martes, 31 de mayo de 2011

Crónica de un viaje a Madrid, parte 9

Es temprano y estoy despierta hace rato, entre la luz y mis intentos fallidos de digerir el cordero, el sueño fue corto. Muy corto. A la tarde llegó Flora y yo hablaba con marido que intentaba convencerme de que me quedara unos días más y yo ya no encontraba las palabras para explicarle que quiero volverme a casa (creo que gritaba). Parecemos siempre una peli ridícula con personajes maltrechos pero sin estetizar. Le corté para charlar con Flora antes de irme y le alegré el espíritu (a mi amiga, no a marido, a mí me encantaría que alguien hiciera eso conmigo). Después agarré las vituallas y partí hacia las tres combinaciones de metro. En la segunda pensé que me había pasado pero por suerte bajé de la palmera antes de que fuera un bajón y no sucedió. Esperé a Santi un rato porque pensó que no iba a llegar aunque podría haber andado el camino a la perfección. Por algún motivo tiendo a pensar que soy terriblemente desubicada pero es falaz. Hay muchas cosas que tiendo a pensar sobre mí y que no sé de dónde las saco. A veces tiendo a idealizar a los otros y no ver las realidades, también tiendo a creer lo que me dicen por ese nivel ridículo de ingenuidad y confianza en el humano, no sé por qué, sabiendo que es fallido por definición. Caminamos con Santi y Tania (que ahora que lo veo es casi un anagrama de Santi), que traía su gorra de princesas y todavía hoy puedo reconstruir la felicidad infinita que algo rosa puede causar. Me gusta la capacidad de Santi de hacerme sentir una imbécil, de desarmar los nudos con un chistido, de preocuparse por argumentarme cuando le digo algo, cuando le cuento una miseria, cuando entiende todo a la perfección. De consolarme. Entender es el verbo que usábamos con Joy cuando teníamos 20 años. Entender es el verbo que resume todo y yo no se lo concedo a cualquiera. De hecho, a veces ni siquiera a mí misma. Me acaba de agarrar una angus, la angus es lo peor. Me sorprende alguien que no sepa distinguirla aunque la locura no me enorgullece ni mucho menos. Estoy un poco enojada y quisiera deshacer todos los sentimientos. Entre tanto, me duele la panchi y Flora se está yendo y dice que soñó que lloraba cuando nos despedíamos. Flora es la novia ideal, llegué casi a las 2am y me esperaba despierta a pesar de que (supuestamente) la había llamado y no me había atendido. Bah, prendió la luz para charlar y nos quedamos hasta las 3 tomando licorcito y charloteando como siempre. Ahora tuvo que salir corriendo sin tiempo para desayunar. El cordero estaba delicioso, antes había comido queso y jamón serrano y pan y tomé vino y después papa y ya de bajón le entré a la ensalada y ahora estoy pagando mi derrape gastronómico y no está nada bueno. Sólo perdoné el choco y me rescaté diciéndole no al gin tonic. Siempre fui de las personas que suelen abstenerse de hacer lo que hay que hacer. Nunca me dejé llevar por la manada, jamás tomé ni me drogué llevada por el resto, tengo una forma de vestirme aggiornada pero particular, me compro la ropa en los mismos lugares hace más de diez años y no me interesa la gente por nada más que por ser ella, nunca fui groupie ni monitor ni tengo ninguna posibilidad de volverme. Desprecio un poco a la gente que no se hace cargo de sus cosas, que desplaza hacia el otro así como la falta de elegancia. En fin, no sé ni a qué venía todo esto. Porque en lo de Santi la pasé básicamente genial. Eugenia me cayó mil, Nacho es jovencito y unabomber y gustó de decir que hablé mucho (cosa que es innegable, intenté explicarle que me paso la vida en silencio y que cuando bebo y se da la oportunidad, me explayo) y Santi me acompañó después hasta el taxi y nos despedimos como si nada y ahora pienso que no sé cuándo lo volveré a ver y me da mucha pena que mi vida cotidiana tenga tanto bache en un sentido. También tuvimos nuestros renuncios y destruimos todo lo destruible. Me gusta.

Bueno, estoy irremediablemente dormida, tengo que hacer la valija, no logro digerir todo lo que embuché y debería trabajar. Tal vez duerma un ratito o tal vez active. Quiero ir al Padro y al Thyssen pero no sé qué grado de verosimilitud tenga pretender hacer las dos cosas.

Ahora sí, chicos.
Volviendo.

1 comentario:

María (ahora en paz) dijo...

"hoy puedo reconstruir la felicidad infinita que algo rosa puede causar" (¡Buenísimo!)