domingo, 29 de mayo de 2011

Crónica de un viaje a Madrid, parte 6

Tengo a Flora al lado que me tiene que soplar lo que hicimos porque estoy dormida y mareada y hay músicas concomitantes que no se terminan de distinguir (una sale de la compu de Flora y la-s- otras vienen de la calle: Flamenco). Después de que Flora volviera de Pilates nos fuimos a pasear, caminamos hasta Malasaña primero, tomamos algo en la placita del 2 de mayo, vimos La Cibeles, Neptuno, tomamos unos frapuchinos en Starbucks y caminamos por el Retiro hasta llegar a la feria del libro. Como recién abría a las 5pm, nos tiramos a seguir hablando -no entiendo cómo seguimos teniendo tema- en el pasto, a la sombra. Finalmente caminamos por los puestos mirando poco y llegamos hasta el de Muga en donde Santi atendía a los clientes que pedían recomendaciones. Estoy muy sorprendida de cómo lee la gente en Madrid. Viniendo de México es muy impresionante ver cómo muchos leen en el metro y en todas las casas a las que fui hay bibliotecas con títulos interesantes. Compramos un libro cada una y después apareció la Shama que se había ido de compras con amigas. También compró libro y fuimos a encontrarnos con ellas que vegetaban en otro pasto. Me gustan las mujeres más que casi nada en el mundo. Los grupos de mujeres diver son de lo mejorcito que uno puede encontrarse. Dos españolas y una argentina con muchos años acá más la Shama y nosotras dos, todas simpáticas y divinas. De ahí caminamos hasta una de las puertas y nos encontramos con Alejo para ir a ver el partido a lo de Fernando, su amigo. Tuvimos que hacer un ratito de tiempo en otro pasto porque llegamos temprano, pasamos a comprar unas vituallas por el chino de la cuadra y subimos a un departamento super lindo a disfrutar del juego impecable de Leo y sus compas. A pesar de que no podía más de sueño, lo vi todo concentrada.
Hago excursus para decir que extraño mucho a mi familia. Me duele la panza de las ganas de verlos. Sé que es un momento pero de repente siento la necesidad imperiosa de estar en mi casa, de sentir la pierna de marido sobre mi ser, de sentir que no soy tan sola y que la tristeza es menos triste los domingos (a veces).
Caminamos hasta lo de Flora (y ya no podíamos más porque nos la pasamos pateando), nos cambiamos y fuimos, caminando, a lo de una de las amigas de la Shama. Nos reímos y nos fuimos a un bar en el que me tomé un mojito y un Baylies y al rato veía doble. Casi no pude dormir una vez más y ahora, no sé cómo, se hicieron casi las dos y tenemos que bañarnos para ir a comer pero antes tengo que lavar platos. Me dormiría una siesta con mucho, muchísimo, gusto.
En fin, chicos.
Así las cosas!
Baqueteadas.

No hay comentarios.: