domingo, 8 de mayo de 2011

sigue el péndulo anímico

Perdón por la redacción del post anterior, era tarde, estaba fumeta y cansada.

Mi hijo menor acaba de despertarse y es de los seres más dulces que hay sobre la tierra. Por favorrrrrrrr, me lo como.

Venimos de patinar sobre hielo. Bueno, los chicos, yo no. Dormí seis horas y cacho así que estoy cansada. Después de hablar por tel con marido, de quien no sabía nada hacía casi 24hs, salimos a caminar los cuatro hasta el City Market para comprar pañales. A la vuelta tuve un momento de plenitud intensa, de sentir el poder de la maternidad en toda su magnitud. Estuvo bueno. El clima inmejorable y la charla de mis hijos, amena.

Hablé con Domi cuando llegué, llamó Lisa para decir que no venía y me bañé para después ir con los grandes a la pista. Se re coparon porque tuvieron una hora de instructor cada uno. Yo leí un poco (poco), miré un poco lo que pasaba en la pista (muchos judíos religiosos, señores con kipá y tefilim asomando por los pantales y haciendo patinar a bebitos de un año y cacho: rarísimo) y otro poco boludié con el teléfono. También me angustié mucho. Vivo hace seis años y medio acá y la única persona con la que puedo hacer programa es con Domi (bueno, ayer comimos en casa con Gaby, Alex y Saydée pero eso lo generé yo). Nadie me invita a ningún lado, nadie me llama para ver si al menos estoy viva: NADA. Eso no está bien. Obvio que hiper valoro a Domi pero cuando ella no está (y desde que no está Pau) soy sola de verdad. Es muy triste y preocupante y desalentador y lo escribo y tengo ganas de llorar. Posta. Por eso siento que el tiempo acá se terminó, que ya cumplí mi ciclo, que necesito que mis hijos tengan familia y yo amigos con los que las cosas fluyan.

Después de comer bajaremos a la Roma, quería llevar a los chicos a un museo y hablé con Domi y cambiamos el de arte moderno por uno de objetos de su zona. Igual, me voy nublando con el día. Medio beishon. Marido creo que graba en el Colon. Ayer a la noche salió y dice que el iphone no le funciona. Rarísimo.

El desaliento de la soledad.

Me dieron ganas de cocinar, eso está bueno, veremos si lo pongo en práctica en la semana. Le voy a escribir a Celi para pedirle la receta de las conservas.


Ayyyyyyyyyyyyy.

En fin, chicos.
Así las cosas.

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