miércoles, 13 de mayo de 2009

no, no pasa nada sólo que...

Estoy tan cansada, de la diaria y de esta vida, conceptualmente. Harta, te diría. Cómo te explico. Una vida chata, completamente. Encerrada. Con un marido que se pasa la vida frente a la computadora, todo minuto que está libre, tiene la laptop encima. Una mierda. Es lo que hay. Eso y una queja constante sobre todo. Absolutamente todo. Estoy un poco triste porque se van mis papás, mi mamá sobre todo. Me voy a sentir tan sola...

Camilo está perfecto, su ictericia fisiológica es normal y se le va a ir sola. Todo el resto anda bien, aumentó 600 gramos en trece días y parece que eso es mucho. Yo no tengo demasiada idea a esta altura, no me acuerdo nada. Sólo me acuerdo que cuando nació Simón todo era más lindo, más paseandero, más fácil. Cuando nació Roberta fue todo un desastre, fui sola a la primera consulta con el pediatra y estuve sola todos os primeros meses. Tengo los peores momentos de esa época.

Ahora, ahora no sé. Estoy feliz con mi bebé. Los chicos están un poco complicados pero supongo que es normal. Simón volvió a ser él en el buen sentido y Tita volvió a ser ella, con el capricho, el cansancio, la queja y los escándalos de siempre.

Yo no salgo de casa. Hoy, una vez más, me quedé dormida a la mañana. Me desperté a las diez y veinte, me pasé de tres menos cuarto a siete menos cuarto completamente despierta, Milo molesto y yo con dolor de panza. Pensé que una noche así me iba a adelgazar pero no, para nada. La balanza sigue clavada y yo hago algo semejante a una dieta. No fui a caminar ni me teñí el pelo ni nada. Trabajé y a la tarde vinieron Xime y Pau. La semana que viene me da pavor, no sé cómo voy a hacer si sigo en este estado. Me angustia bastante. Y me ahoga. El encierro.

En fin. En esas estamos. Felices y tristes a la vez. Una paradoja posible.

Así las cosas.

No hay comentarios.: