Nunca estuve tan gorda como ahora, ni cuando a los diecisiete volví obesa de Israel. Es rarísimo, me estoy super cuidando y sin embargo, no adelgazo. Teta y todo. Supongo que es por el sendetarismo. De ahora en más saldré todos los días a caminar con el bebich y espero adelgazar. Nunca pensé que me iba a quedar así. Hay sol, eso siempre es bueno. Los últimos dos días estuvieron completamente nublados. A la noche llovió. Eso está bien.
Bañé a Milo, me bañé yo, terminé el dictamen, lo alimenté en reiteradas oportunidades, hice el pastel de papa (no sé si estoy ralentada o siempre me lleva tanto tiempo, fue eterno) mientras escuchábamos Beatles for babies o alguno semejante. El médico me preguntó si le poníamos música y yo quería gritarle que a duras penas me acuerdo de cambiarle el pañal, macho, es el tercero. Pero me hizo sentir culpable. Ahora duerme en el bebeseat que me prestó Pau y se sacude como un loco, algo le cae mal.
En fin. En unos minutos llegará la manada y se va el día. Entre una cosa y la otra.
Año raro si los hay.
Un plomo para marido.
Así las cosas.
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