domingo, 28 de noviembre de 2010

aish

Ayer tuve una tarde imposible: dolor de panza + angustia infinita. En la cama, sin poder levantarme para acompañar a mi familia a comer, leí Opern Door. Mala elección para la coyuntura, lo sé. Empeoró mi situación y me quedé pensando si la opresión es el sino de la literatura argentina contemporánea. Sí, no da la generalización pero ese tono gris, monocorde, infeliz, despojado tan factor común. Me aburre muchas veces, lo confieso. Y algo del aura del escritor me torra. La pretensión en todos los mundos, en todas las personas, en todos los ámbitos: no da.

Hoy siguió la angustia. No sé si empeorada pero casi. Oscurece en la ciudad y la opresión en el pecho.
A la noche vinieron los B a ver una peli, marido hizo unas pizzas. Antes estuve charlando con Pau a oscuras, metida yo en la cama, cual Cleoplatra sin glamour. Hoy descubrí el motivo. Necesito paz y tranquilidad y un cono del silencio.


Gente que no. Bueh. Mucha.

Mi marido la rockea: ayer se ocupó de hijos, cocino, ordenó, etc. Me hace mimos, me dice que soy linda: bueno. Durmió la siesta mientras yo skypeaba.


Un mal findex lo tiene cualquiera. De repente me siento sola, ponele. Es horrible.

Por lo demás, nada.

Mañana es lunes y eso esta vez me parece bueno. Me voy a bañar hijo menor.

Así las cosas.

1 comentario:

inés dijo...

ánimo! tod pasa...