viernes, 19 de noviembre de 2010

descorazonada

Giro en falso, me angustio y no lloro, oh no, porque no tengo qué. El cielo está lindo, sigo en la cama, trabajo en camisón, con el edredón pesado ya agobiándome y en ayunas. No da. El espejo de las propias limitaciones es el más cruel y el que más cosas te dice. Cosas horribles te tira a la cara. Yo no veo objetos, veo muy pocos objetos interactuando en las situaciones, veo personas y sentimientos y vínculos pero objetos no y eso no ayuda. No hay tal maldad para explotar en una percepción tan limitada. Limitadita, vos, que ya no sos pendeja. En fin.
Días intrascendentes pero alegres se terminaron. Ahora son días intrascendentes pero con el peso de la frustración haciendo esas cosquillas que duelen. Más que nunca tengo razón en buscar un desvío. ¿Para qué insistir? Ahora sí ganas de llorar pero lagrimales secos.

Bueno, chicos. Voy a ver si hago un toque de gym. Tengo que llamar a la escuela y resolver el temich de tener el teléfono cortado porque algún motivo extraño me lleva a no pagar las facturas (?).

Así las cosas.

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