martes, 30 de noviembre de 2010

cuando la hipérbole juega en contra

Mientras me estoy yendo del consultorio de mi psico, la veo reírse y decir que ella a todo le saca unos grados o algo así, pero el concepto era: hay una pátina de exageración. Mientras cierro la puerta pienso que la honestidad brutal y mi forma hiperbólica de contar las cosas, le sacan credibilidad. A veces, la franqueza genera inverosimilitud. Cuento algo cien por ciento real, suelo exagerar mucho menos de lo que la gente piensa, y el resto lo toma como...¡un chiste! Rarísimo.
Salía angustiada pero con el correr de las horas se fue deshaciendo. Además, apagué la luz, luego de leer un rato de El Testigo de Villoro, a las 8.50pm. Cada días más horno. Marido trabajaba, llegó a las 11y yo dormía. Obvio. La noche pasa con altibajos. Abrí la ventana y creo que funcionó. No tomo pastis, me banco la angus a pelo. A pelo y a cucharadas de nutella que me están convirtiendo en una bola indigna del verano porteño. Pero ni modo. Miri me dio la idea de la colonia. La colonia que hacen en el Buchardo, el club amado de mi infancia, y creo que es gran opción para tener las tardes libres. Al menos una semana: grosso. El bebé se quedará durmiendo la siesta o me acompañará mientras sus hermanos potrean. Ahora: los precios argentinos son delirantes. No puede ser que la colonia, por la misma cantidad de horas, salga más allá que acá en precio absoluto. Es un disparate.

Acostada sobre la alfombra, al lado de la cuna, pensé en la pareja. No hubo ningún momento extendido en estos casi diez años en los que deseara ser soltera. Entiendo a la gente que disfruta y resguarda su libertad, su individualidad, porque la pareja es un gran conceder constante. Pensé que tal vez marido y yo nos amoldamos tan bien por la cantidad de hermanos que tiene cada uno, jamás hubo espacio para el capricho real, para imponer la voluntad, había que consensuar y generalmente amoldarse. Ni hablar de que los dos llegamos terceros. A mí, la pareja per se, me copa. Así como detesto la soledad conceptual. Otra cosa son los hijos, claro. La gente tiende a no creerme cuando digo que no quería tener hijos. Podría haber sido, sí. Aunque mi cuerpo parece haber nacido para procrear. Si los embarazos son la peor pesadilla, los partos y los post (teta, sueño, etc etc) se me dan con una naturalidad pasmosa. Pero tranquilamente podría no haber tenido hijos y esta masa de gente bajo mi égida, a veces me pesa y oprime, volviéndome el aire irrespirable.

Por lo demás, las pavadas no cuentan. La vida se impone, el pool, los cuentos, los lunch, los baños, el amor marital. Las notas, las juntas, los etcéteras.

Ahora tengo que bañarme. Marido ya se fue con Tita. A Coco ya lo despaché a las 7am. Ya vomité el desayuno (sí, PUAJ) y ya mandé unos cuantos mails. Mucha cosa atrasada que no creo poder solucionar antes de irme.

En fin, chicos.
Así las cosas, eh.
Un subibaja emocional que no para.

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