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es domingo. siendo las dos y media de la tarde, diego descongela carne para un asado improvisado para los cuatro. afuera está extemporáneamente gris, tanto como mis angustias. así, en plural, angustias. no tienen rótulo, hacía años que no me sentía así. un vacío que se manifestaba en bs as pero acá no. no es el domingo, a mí no me afecta en ese sentido. la posibilidad del ocio en familia, la falta de horarios, la libertad de la nada, me complace. no, no es el domingo, es algo en mí a lo que no termino de acceder. y las contracturas en el cuello y los hombros, la barata interpretación del peso que siento sobre mis espaldas- barata pero no por eso menos real- que me contiene.

ayer volvimos del campo. sólo un día pero de intensa desconexión. paseamos, comimos, cantamos y nos reímos. y probamos pulque. está más que claro que no tengo ninguna afinidad con las bebidas de ese tipo y nada tiene que ver su consistencia.

a las diez y media me dormí, caí como desmayada mientras diego miraba con los chicos- quienes durmieron casi todo el viaje y por lo tanto no tenían nada de sueño- una película de chicos voladores.

a mí me encanta ver películas. me gustaría ver más de las que veo y por suerte, ayer también, diego fue y compró otro dvd porque ninguno de los dos que teníamos andaba. me gusta ver películas pero soy incapaz de ir a festivales- tan vigente en estos tiempos de BAFICI. soy muy fóbica, no soporto tener que parecer inteligente, divertida, agradable, simpática, culta y todos los etctéceras que uno tiene que parecer en esos eventos. no estoy segura de serlo tampoco y no soy muy capaz de impostarlo por lo cual prefiero abstenerme de asistir (no al BAFICI ya que estoy muy lejos sino a cualquiera de los que sucede a mi alrededor y a mucho eventos semejantes).

voy a hacer la ensalada para el asado.