lunes, 21 de noviembre de 2005

en el país de las maravillas

llegué de las oficina a las casi 3, comí así medio al paso y cargué a los chicos en el auto para que me acompañaran a wal mart en donde hay un dhl para mandar una cosa a ba. llego y oh sorpresa, cerrado. malísimo. hicimos un ratito de tiempo yendo a ver si había algo de pruebing en la parte de panadería pero no, volvimos a pasar y seguía tan cerrado como antes sin un puto cartel que indicara nada. cargamos nafta (aquí gasolina) y volvimos.

ayer me llama carmen. el sábado a la noche, me cuenta, lisa y ralph los invitaron a tomar un té en su casa (considero una represalia a que al mediodía habíamos invitado a los chilenos a comer unas hamburguesas a casa y no los incluimos). la cuestión, sigue carmen, es que como cortesía les llevaron tres quesos holandeses que ella había traído hace un mes de su viaje a cannes. los tenía guardados para una ocasión especial y le pareció buenísimo el momento. pero. lisa los recibió y los guardó y nunca más se supo nada de ningún queso. se quedaron hasta las 10 y media de la noche comiendo mandarinas y galletas. carmen está desesperada porque quiere que se los recupere. lisa ni siquiera come quesos y ralph...bueno, él simplemente no come. en unos minutos vamos para allá para partir el pastel de dana, veré qué puedo hacer.

anoche le lloré copiosamente a un polícia una vez más. fue en el aeropuerto. a las 7 de la noche salimos hacía allá con los dos chicos dormidos para buscar una cosa que nos traían de bs as. decidí ir con pipu porque me parecía malísimo que fuera solo, está bien que el garrón nos lo comamos juntos y que no maneje solo de noche. llegamos y deja el auto tirado con nosotros tres adentro, él sin celular y mi celular muerto sin batería. a los pocos minutos viene un poli a echarme, trato de hacerme la idiota pero dura poco. viene otro y me explica cómo dar vueltas hasta que mi marido aparezca. me parece malísimo pero más malísimo me parece que me pongan una multa. doy una vuelta gigante y vuelvo al mismo lugar. no rastros de marido. doy otra y a la mitad de esta segunda, con los chicos completamente dormidos atrás, en uno de los aeropuertos más concurridos del mundo, incomunicada, me pongo a llorar amargamente. tampoco lo veo donde lo dejé. voy a la puerta que en realidad corresponde (porque encima nos dejó tirados en cualquier lado) y hay otro poli más copado. me dice que me estacione por ahí y que no me preocupe. le explico la situación ya llorando con ruido y cuando el pobre ya casi está tan preocupado como yo, lo veo a diego por el espejito retrovisor corriendo como loco. en fin. le lloro un rato más porque la pasé pésimo y le digo que no sé por qué me expone a esas cosas y finalmente me calmo. eran las 9 cuando nos metimos en la cama.

hay más. pero llegó la brasilera.

los veo luego

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