lunes, 22 de junio de 2009

esas cosas que me pasan sólo a mí

Cada vez que salgo con la carreola a caminar, aparece una vecina a interceptarme. Esta vez fue la de la camioneta BMW, que también va al club. Me quería contar que ya abrió su franquicia de pollos en algún lugar cerca de Satélite. Fue el viernes. Y mientras me cuenta, se pone a llorar (lo juro). Considero que es de la emoción pero luego sigue y parece que es porque tiene que dejar a los hijos (no pasa nada reina, te pasaste toda su vida llevándolos y trayéndolos e intentando que sean tenistas profesionales). Le digo que no se preocupe, que ya están grandes. Además, ya vienen las vacaciones. No, los voy a mandar un mes a un campamento de tenis. Entonces ¿por qué carajo llorás? Después empiezo a pensar que está estresada y que el marido la maltrata y que esto del negocio no le da tanta emoción...de todas maneras, no me importa demasiado. Quiero seguir mi camino.

En fin. Cuestión que esas cosas que me pasan a mí y sólo a mí.

Sigo leyendo el bodrio gigante que me toca en suerte. Y sigo pensando qué puedo hacer para que mis ingresos sean menos magros (dar clases de español es una opción pero todos los intentos que hice por conseguir alumnos fueron infructuosos).

Así las cosas.

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