querer hacer

Sí, se murió Peña. Pobre, pienso. Pero qué rara es la percepción de la muerte estando lejos, es un sentimiento que difiere por completo del habitual.
Hay una tormenta muy ruidosa, llueve por todo lo que debería haber llovido en el último mes y medio. A mí no me gustan las tormentas, casi casi me dan miedo. Pensé que alguno de mis hijos vendría a decir algo pero no, Tita duerme y Coco lee. Milo también duerme en su cuna, hace ruidos aunque no tan estruendosos como los de afuera.

Tengo ganas de hacer deporte outdoors. Por ejemplo: escalar un cerro, andar en bici, cosas por el estilo, incompatibles con mi situación actual. También, como dije antes, con ganas de cocinar cosas ricas. A la tarde hice unas trufas con polvo de almendras (bueno, debería haber sido polvo pero no quedó bien porque no tengo con qué picarlas como corresponde), cacao amargo y miel de maple natural. Salieron poquitas. Ahora me pondré a buscar recetas. Siento, como hace mucho que no me pasaba, que no me alcanza el tiempo. Llena de ganas de hacer cosas y con compromisos varios de lecturas, siento que no llego. Prefiero eso al día chicle, claramente. Diego me acaba de llamar, son las nueve menos veinte y está saliendo de la oficina. Me desacostumbré a estos horarios. Ojalá Camilo duerma un poco mejor que todos estos días, no le pongo muchas fichas.

En fin.

Así de vitales las cosas.