sábado, 6 de febrero de 2010

cuando la locura le da paso a la contentez

Fue una semana compleja. Me sentí extrañada, transportada a otra época. Cuando rozaba la locura y me paraba mal. Lo bueno de la edad, repetimos, es que todo dura menos. Pasa. Y vienen buenas noticias.

A la mañana paseé con madre y Milo. Le compramos el regalo de cumpleaños atrasado a padre. Antes nos reímos en el desayuno. Padre que dice que no, que no se volvió de derecha, que es liberal. Madre que declara que siempre fue socialista. Diego que dice que vuelva el cabezón y yo que no me puedo creer nada de lo que pasa. Mi padre es muy inteligente, buen mozo y aparato. Y grande. 71 años es mucho. No parece, no se lo cree y las minas siguen gustando de él como siempre. La dueña de mi casa vino un día especialmente arreglada, con una excusa, sólo para verlo. Mi padre que es un seductor nato le habla de Israel cuando se la encuentra.

Después parque con madre porque Diego no me avisó que tenía junta de trabajo. Marido rayeti da fiaca pero aprendimos a tratarlo. No engancharse, chicas, esa es la clave.

Vino Xime, Domi y Lalo, Diego hizo un super asado. Cosas dulces. Jazz. Sol. No se puede pedir mucho más. Ah sí, que mi hijo mayor deje de tener esos ataques de locura que le están agarrando. Pero creo que estaría siendo mucho. Y que a Milo le crezcan los dientes así deja de lloriquear.

Ahora suena Lee Konitz.
Así las cosas.
Familiares.

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