miércoles, 3 de febrero de 2010

llueve, una vez más

Acabo de llegar del super. Las rutinas se repite, día a día, semana a semana. Quiero vacaciones. Pero no tengo energía para producirlas. Quisiera que alguien me buscara una casa, hiciera una compra de super, me dijera qué día nos tenemos que ir, armara el equipaje y nos buscara ayuda para la estadía. Las vacaciones con hijos, ya lo dije muchas veces, deberían tener otro nombre. Mis padres están en Los Cabos pero si llueve, dijo mi mamá, se vuelven antes. Mi primo y su mujer en casa. No hice una compra demasiado grande. No estoy inspirada. Tengo que trabajar. Pocas ganas. La lluvia es triste. La lluvia es desalentadora. Después de buscar a Tita tengo una comida en Polanco. Me tienta. Los programas distintos son estimulantes. Estar en mi casa todo el día, no. Mandar quince mails para cobrar dos cosas, tampoco. La gente poco inteligente me desalienta.

Y no mucho más.
Marido en un planeta y yo en otro. Ya volveremos a la normalidad. Simón me pone a prueba. Empezamos a tener una relación conflictiva y eso no está bueno. Para nada. Hace días que no leo el diario. Es el cansancio. Milo volvió a no dormir y yo con él. Agotador. Mi cuerpo necesita descanso. No fui al club y no desayuné. En el super me tomé un café frío. No tengo hambre.

En fin.
Así las cosas.

No hay comentarios.: