Diego me mira y me dice: cómo creciste.
No, no fue un halago. Fue un: qué pendejita que eras. Te volviste grande.
Sí, mi amor. Por eso ya no te rompo los huevos con nada. Se llama madurez y viene con canas y celulitis. Pero así es la vida.
Algunas cosas mejoran y la mayoría, empeoran.
Y corre para todos.
4 comentarios:
Debe ser lindo, más allá de las cuestiones de todos los días, estar con alguien que puede mirarte y decirte eso.
Qué suerte, jb.
Si lo sabré yo...
la mayoria de las cosas mejoran con la madurez, alegrate...
Gracias j.
A mí me gusta la madurez, eh. Fue marido el que tiró una rara. Pero me lo tomo bien, igual.
Saludos a todos.
Publicar un comentario