martes, 8 de junio de 2010

desconcertada

El domingo Xime se olvidó sus cigarrillos en casa. Como me pasó dos veces que me desaparecieron los últimos de la cajetilla, los guardé en mi placard que es abierto, sólo como un símbolo de conocimiento del peligro. Los vi ayer a la noche junto con mis chicles. No tuve clase de taller pero me llamó Damián para hablar unos minutos y me dieron ganas de fumar. Los fui a buscar y no estaban. Le pregunto a Dany y me dice: "Ah sí, ayer los vi ahí, al lado de sus sueters junto con los chicles". Le digo que sí pero que ya no están y que nadie los puede haber agarrado porque ninguno de los chicos llega (además de que no fuman). Loca, no da. Eso no se hace. ¿Querés fumar? Perfecto, pedime, o sacá uno, no me importa pero no te lleves todos así, descaradamente. No entiendo. Y tampoco sé qué hacer. Ya le dije que nadie los puede haber agarrado. Sé que fuma porque me lo dijo. Y la verdad, yo dejé, no es que me desespero pero si te estoy diciendo que estaban y no están, sólo los podés haber agarrado vos (demás está decir que marido no fumó nunca en su vida).

Hice un excursus no sé por qué, estoy tan...desbolada.
En fin.
De todas maneras, los cigarrillos estaban en donde les digo.
Marido me tira una leve mejor onda aunque sobrereacciona por cualquier cosa.
Mi mañana no fue productiva. Quiero escribir en medios y no leer más. Esa es la realidad. Notas, vengan a mí.
Bueh. Voy a hacer otras cosas.
Los veo por acá.
Así las cosas.

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