martes, 22 de junio de 2010

y, con delay, todo llega

Me desperté pensando: ¿qué hago acá? Despaché a Simi después de llamar al conductor del camión porque pensé que el partido de México era a las siete. Error. Diego prendió la tele como todos los últimos diez días. Había una previa de la previa del partido, claro. Desayuno con Tita, marido y bebé después de vestirme de deporte y armar el bolso. Hago 50 minutos de aeróbico, palpitando el calentamiento y cuando me bajo de la máquina, encuentro mensajito de Dany diciendo que el camión no pasó a buscar a hija. Salgo corriendo, está desesperada, lista para ir a la escuela, manejo escuchando Onda Vaga mientras hija me dice que por suerte tiene algo verde. Roberta nació en México, nunca vivió en ningún otro lado y aunque hace esfuerzos, es de acá. Muy. Van a ver el partido en el colegio. Todos. Yo me deprimí dándome cuenta de que hoy no iba a ver a nadie. Literalmente. No puedo ir a ver el partido con nadie porque tengo que buscar a los chicos, me toca ronda. Igual, mandé mensaje de texto intentando cambiar el día. Tal vez los busco más temprano y me voy a la oficina. Verlo sola o no verlo es de lo más triste que me podría pasar.
El mundo es hostil.
Acá y allá, eh.
Eso pensaba ayer mientras manejaba a la noche, de vuelta a casa. Bajo la lluvia. Pero también pensaba qué suerte que tengo a marido como refugio, que me quiere como soy.
Llegué y se hacía un bife con cous cous, sintiéndose peor que nunca desde que lo conozco lo que le produce unos leves y cortos ataques de malhumor. Pero salvando esos detalles, está cariñoso y me derrite cuando me dice que huelo rico. Amor.
Igual, quiero estar en Buenos Aires. Aunque no me sienta muy cómoda, aunque amigas que eran amigas ya no lo sean, aunque no sé si tendría trabajo, aunque hace frío y los roces familiares existen. Bueh, tengo que trabajar, sigue el partido que ahora México pierde uno a cero y tengo de fondo en la tele grande. Me duele la gargante. Tengo fiaca. Y algunas otras cosas así. Del tipo que ya conocen.
Paaaaaaaaaaaaaaja.
En fin, chicos.
Así las cosas.
No me dan las piernas para volverme.

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