martes, 15 de junio de 2010

reencontrados

La ciudad y yo. Pipu y yo.
El sol hace de esta ciudad un lugar irresistible. La temperatura perfecta, el cielo diafano. No se puede pedir mas. Bajamos al banco con Diego. Los grandes durmieron en lo de padres y cada uno se iba con un abuelo, Milo se quedaba durmiendo la siesta con Diego aca. Nos tomamos un cafe con leche y medialunas y fuimos felices. Queremos volver, creo que los dos. Me parece, marido jamas lo va a decir. Pero su contentez con esas medialunas deliciosas y la bebida perfecta lo decian todo. Ahora, camino a SP. Fui a ver a la abuela y llore toda la visita. Injusto. Terrible. Alguien que vivio perfectamente durante 98 anios no merece estar asi. Me dice que sufre, que no quiere sufrir mas, que no duerme. Se me caian las lagrimas a mi pesar, por suerte uso anteojos gigantes. Milo parlotea a mis pies. Espero a Marian para comer. Es muy temprano para nosotroas. Antes de las dos es casi imposible que tengamos hambre, casi antes de las tres. Despues quiero llevar a los chicos a Plaza Alemania, me encuentro con Crishun, no se si se suma Pau en algun momento. Y todo asi. La cena estuvo genial, las lentejas buenisimas, el camambert frito le quedo perfecto a marido, las setas salteadas tambien. Mi mousse mas que digna, la charla hiper amena, todo bien, lindo, contento. Eso si: no pude digerir, dormi dos horas (literal, eh). Terribl. Cambie un jean que me habia comprado, camine muuuuchas cuadras y no mucho mas.
Buenos Aires me sienta.
Parece.
Al menos hoy.
Cuando no me siento ni cero onda, ni cero neurona, ni cero todo lo que me siento en general.
Asi que.
Las cosas tranquilas y contentas.
Al menos esta maniana.

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