domingo, 6 de junio de 2010

oh dios, qué cansancio

La gente que sólo habla de sí misma y de cosas que le interesan, me embola terriblemente. No preguntan, no nada. Sabelo: sos un plomo. Plomazo. Me pasa seguido, gente que viene a casa y pasa, sin pena ni gloria, sin saber absolutamente nada de nosotros, sin querer enterarse. Esas personas no me interesan. Para nada.
Por lo demás, ayer no bailé demasiado porque me sentí mal. Vomité todo, algo me cayó mal. Dormí hasta las diez. Marido no me quiere. Club para que hijos mayores naden, marido se quedó con bebé, yo conviví en una mesa, hice un mini rato de elíptica. Ale se quedó, vino Xime con las niñas después de comer.

No están siendo mis mejores semanas, no me estoy sintiendo demasiado plena. Para qué te voy a mentir.
Laboralmente mmmm. Y lo demás, bueno, ahí va. Bien ir a estar con madre en Buenos Aires, hijos contentos y yo también. Familia. Aunque extrañaré a marido extrañado.

Qué se yo, la vida que es difícil.
Hace semanas que pienso que debería cerrar el blog, no sé por qué. ¿Será que como mi estadia acá, internamente, cumplió un ciclo? No soy capaz de hacerlo, tampoco soy como Mirtha sólo es un pensamiento con el que coqueteo. Pienso: sos demasiado nada, chacai. Como la nada misma. Internet le saca tiempo (mucho, casi todo) a un montón de otras cosas más interesantes que podría hacer. Pero cuando dejo la compu, me tiro en la cama a vegetar (tengo una capacidad innata increíble para no hacer nada de nada, lo juro).

En fin, chicos.
Así las cosas.
Eso sí: el deporte volvió a mi vida.

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