domingo, 20 de junio de 2010

yéndome

En el Centurion de Amex logré, por fin, conectarme. Tita tiró la mesita y rompió todo. Ahora cambian de canal, en el de México hay Xbox y juegos para chicos, acá, en la parte Platino no hay nada. Vuelvo a mi vida internética y no me hace feliz. Para nada. Me voy con un dejo amargo, metálico, de edulcorante en la boca. Porque era dulce y terminó así. Por motivos varios. La pasé bien. Pero terminó raro. Se hizo largo. No tengo ganas de volver de visita por un buen tiempo. Ya no disfruto que no sea mi lugar. Ya no me dan ganas de hacer maratones de programas. Veo a mis amigos (a muchos no pude, no me dio ni el tiempo ni la cabeza pero siempre está bien que se queden con las ganas), me río, la paso bien pero ya la sensación de paso no la soporto. Milo llora. La gente miente. Eso no me gusta. El jueves pasamos la tarde con Flory, echadas, riéndonos, en lo de mi madre, como si fuéramos adolescentes, marido se malhumora en esos casos, piensa: pendeja. En el camino me di cuenta de que dejé de ser joven tan rápido, me volví una señora, man. Sí, la mujer de, con mi propia casa, grande, linda, cenas de trabajo de mi marido, mucama, auto. Eso a los 24. Pasaron ocho años y estoy cansada. Y quiero volver y estudiar y tener de nuevo mi vida. Porque en México todo fue peor. Es peor. Y Flor dice: la gente no dice la verdad y me doy cuenta de que es cierto. Alguien más me dice: la mentira permanente y todo mina mi confianza. Soy crédula, a veces inocente. Creo de verdad lo que me dicen. Es una limitación, lo sé. Y me voy, entonces, con nulas ganas de volver a mi vida solitaria, aburrida y encerrada de México, con la convicción de que quiero vivir acá.
Paseamos por el Bajo Belgrano ayer a la mañana. Nos encontramos con mi obstetra por la calle, entramos un ratito a su casa, supimos que es uno de los lugares donde nos gustaría vivir. Después comimos en La cupertina. Nunca me trataron tan mal en un lugar. Me indigesté con cosas de maíz. Choclo en todos los formatos posibles. Después bloxxamor televisado.
Maldad.
Me gusta rodearme de mujeres con exceso de personalidad. La gente x me aburre. Y el desamor me hiere. Es así. Bueno, se me descontroló el rancho. Marido de malhumor, hijo menor que se desplaza por todos lados, hija angustiada con queja y llanto incluido y gente que va llegando y nos padece.
Así las cosas, chicos.
Tristes, aburridas, desalentadas, contradictorias, amorosas, maternales, amistosas, sexuales. Como la vida misma.

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