miércoles, 23 de junio de 2010

tres millones de cosas que hacer

Y yo sólo pienso en todas las ideas que se me agolpan y no desarrollo. Una a una van pasando. Mientras manejo o me baño o...no sé. No me da la vida, eh. De verdad habría que estirar el día y hacer algo con mi voluntad que por lo general se vuelca al pelotudeo internético, a la escritura de mails, etcétera. Tengo que resolver cosas, muchas cosas. Y eso que ya no administro una empresa ¿cómo hacía?

Amanecer cogiendo me hiper cabe. Me copa el sexo y esto resulta sorprendente no porque hace nueve años que estoy con la misma persona sino porque hubo un tiempo (que fue horrible, no hermoso), largo, en el que me era completamente ajeno por culpa de las pastillas de mierda. Eso me convertía en alguien que no era yo. Y no estaba bueno. Por suerte quedó atrás y logro que marido se cope también. Es la base de todo. Todo. Por otro lado, mientras me bañaba (no puedo ir al gym porque tengo una junta en un rato y después me toca super, la heladera está completamente vacía) pensé en por qué cierta gente quiere ser mi amiga. Rarísimo. Gente conservadora, estructurada, con una vida que no tiene nada que ver con la mía, que no sabe cómo soy en realidad, que jamás leyó este blog (y espero que no lo lea). Que me cae bien porque soy buena onda y sé escuchar y me intereso y acá, entonces, se cruza el pensamiento con algo que me dijo alguien hace una semana: vos sos muy autoreferente. Lo negué. Obvio. Pero algo quedó y ahora pienso que tiene razón. Estoy en una etapa muy autoreferente. ¿Por qué será? De todas maneras, escucho y me preocupo. Por casi todo el mundo. Todo el tiempo.
Quiero leer.
Estudiar.
Terminar el texto. Corregirlo. Enorgullecerme.
Quiero ser conductora de tv (?).
Pero tengo que encargar los útiles, trabajar (mucha cosa atrasada), hablar por el transporte, nacionalizar hijos,  renovar pasaportes en general, solucionar tema pasajes. Y un montón de etcéteras hiper recontra aburridos y desalentadores.
Miranda me dijo en Buenos Aires que soy una pajera. Tiene razón. Es la historia de mi vida. Esa. Pajera y autoreferente, qué divinor. Ja. De todas maneras, yo sé que también soy dura. Digo cualquier cosa y después pienso. Mi padre me dijo eso. No evalúo. Creo. No me gusta herir. No lo hago a propósito. Al contrario. Prefiero decirle cosas buenas a la gente. Me gusta halagar. Y lo digo sólo si lo pienso.
Bueno, me queda el tema de la sumisión dando vueltas. En el avión no sé a raíz de qué le dije a marido que soy sumisa. Se rió. Es verdad, no pareciera un adjetivo que me describe pero es falaz. En cierto sentido sí lo soy. Acato una realidad que no me es del todo agradable por el bien común. Intento no hacer cosas que lo molesten, lo hieran, lo fastidien. Todo el tiempo. Relegué mi independencia al 100%. Fue una elección, sí. Pero me volvió algo particular. A los 22 años no hubieras pensado que podía convertirme en esta esposa que soy. No cuando hacía lo que quería, me cogía a cualquiera, salía todas las noches, ganaba mucha plata para mi edad. Viajaba.
En fin.
Todo largo. Y complejo. Hay sol. Estoy de buen humor, tengo que salir en unos minutos y a esta hora dudo de que pueda resolver más temas de los que ya resolví vía mail.
Así las cosas chicos.
Mañaneras.

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