viernes, 25 de junio de 2010

enfermuch

Me levanté con Simón a las 6.45am. Volví a la cama a las 7.05 a que marido me abrace, a las 7.30 él se levantó, se bañó desayunó y yo no pude arrancar. Vino a despedirse, se me tiró encima que es una de mis acciones ultra prefe, amo que me eche su humanidad sobre la mía y se quede un rato ahí. Claro que le cuesta mucho no molestarme. Marido es un hombre bastante serio en la vida, informal pero da serio (de lejos). Pero conmigo es directamente impresentable, hasta tal punto que de poder, creo que ni yo escribiría lo que es capaz de hacer. Pero me pellizca, me toquetea todo el tiempo y ayer me dio un mordisco fuerte en el brazo. Me enojo. Me duele, man. Basta. Me estresa. Estoy enferma. Me volví a dormir y me desperté recién a las 10.45am. Ameba MAL. Dolor de garganta extremo. Cuerpo sentido. Atontada. 12 mails. Y sigo boba, en camisón, con la panza que me cruje, la guarda dental puesta y un estado catastrófico.
Ayer a la noche también pensé (antes de apagar la luz y después de dejar el libro de Romina Paula) en cómo me gusta que las chicas se calienten con los jugadores de fútbol. Me gusta la conversación en la que chicas modernas, casadas, admiten que Tévez las calienta mal. O que la posibilidad del grupo las pone en llamas. Es verdad que esas camisetitas ajustadas que dejan adivinar los musculitos jóvenes y trabajados, despiertan pasiones. Las camisetas de antes, amplias y desabridas, no generaban lo mismo. A mí me dio envidia. A mí los pibes no me calientan (ni ellos ni niguno). A mí me calienta que me quieran, ponele. Que gusten de mí. Tener una relación. Por eso nunca me gustó un famoso (o bueh, me copa John Cusack que es como que te guste tu compa de la facu).
El tiempo. Hace una semana estaba desayunando con D, chusmeando y corrigiendo. Estaba nublado y yo rara. Parece que fue hace mil mil años. El efecto de todo, últimamente, es muy corto. La semana fue larga y pesada y Buenos Aires, entonces, quedó en el olvido. Se viene el findex, el cumple de Xime, el partido. Me aburro un poco. Es estructural eh. Y no mucho más. Amerita que desayune algo aunque son las 11.28 y que me bañe. El jardinero está desde temprano atacando la selva en la que se convirtió el jardín. Me gusta la paz y el amor marital.
Y no mucho más.
Medio desconectada de hijos. A veces realmente siento que soy cualquiera.
Así las cosas, chicos.
Mocosas.

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