sábado, 26 de febrero de 2011

abatida

Fue una noche dura. Un ataque de angustia inesperado después de un día de encierro absoluto. Falta de aire, taquicardia, incomodidad. Marido hizo hamburguesas caseras, ricas pero tardó mil años, me quedé dormida esperando arriba, a oscuras, bajé y me sentía mal, estaba la casa llena de humo y grasa y lo detesto y todo desordenado aunque por mi malhumor después apiló todo y pasó un trapo. Lo noté a la noche, no sé a qué hora le hice una mamil a Milo.

Después dormí bien pero me levanté triste, abatida. Como si me hubiera caído la ficha con delay. Pau no iba a estar en el club, no iba a llegar tarde a la clase de zumba, no iba a moverse para el otro lado cagándose de risa ni me iba a decir bancá que me como algo y después hacemos sauna (se pedía un plato de frutas chico con queso cotagge y miel) para después tirarnos a charlar y nunca jamás no tener tema (jamás pasó en 4 años aunque nos vierámos todos los días). Pau no tiene el mejor concepto de mí pero igual sé que me quiere como yo la quiero a ella. Que siempre que necesité algo, consuelo, apoyo, contención, estuvo ahí para dármelo. Fui al club y no, claro, no estaba. Y no es que se fue a Bs as dos meses y vuelve. Se fue. Ya está. El club siempre fue con ella y ahora ya no. Y dos veces me vi buscándola inconcientemente y todos parecían desconocidos, los lugares ganan significado por las personas, eso me queda más claro que nunca. Ayer a la mañana también hablé con Lisa. Pero ella va a volver, eso también lo sé.

Ahora estoy sola con los tres. Roberta juega a la wii, Simón a la compu y Milo da vueltas haciendo bardo. Marido jugaba su tercer partido de tenis cuando pasé por la cancha a buscar plata. Tenemos que hacer cosas plomas tipo comprar lavadora, tapa de inodoro (me subí con botas a mirarme en el espejo y la rompí), cosas para asado de mañana. Yo después quiero bajar, ver por dónde anda Domi, pasear por la civilización. Me urge.

Bueno, chicos.
Así las cosas.
Un toque desanimadas.

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