viernes, 11 de febrero de 2011

sobre los esfuerzos, lo innato y el fastidio

No debería estar acá, contestando mails y pensando cosas sin sentido. Debería estar ya en el club, con el bolso armado, la crema que mi madre me acaba de regalar adentro, el ipod cargado (eso no sucederá porque no da el tiempo) y la ropa elegida. Debería ya haber avanzado para después poder ir a buscar mis anteojos, al banco a buscar el pin, al super a comprar lo que quedó pendiente para la despedida de esta noche.

Me quedo pensando después de un cruce de mails. Digo que quiero ser linda. Lo digo sinceramente. Lo pienso con cierta frecuencia. Pienso que la belleza hace la vida más fácil, cuando sos joven, claro. Ahora, bueno, ahora ya está. Ya todo depende de uno. Pienso en los esfuerzos que hice y que hago a lo largo de mi vida. Recuerdo el momento en el que decidí ser más simpática. Sí, de verdad. Yo era una persona más retraída, más mala onda (con la cara de orto a flor de piel), un poco tímida y muy muy fóbica (cosa que sigo siendo y que en ciertos aspectos se me intensificó). Pero un día me di cuenta de que así no iba a ningún lado. No era linda, lo que el mundo entiende por linda, normal, tradicional y comúnmente linda ni brillante (descubrimiento que me produjo una desilusión tremenda) entonces tenía que compensar de alguna manera y parece que se me ocurrió ser buena onda y buena persona. Con los años ser generosa y solidaria se intensificó. Pero muchas veces pienso que solo yo me doy cuenta. O me tengo en demasiada alta estima o el mundo vive en la ignorancia. No importa, no voy a hacer apología sobre mi misma, es patético. A la vez, todos sabemos, tengo muchos defectos y muy intensos. Porque yo no soy a medias. Soy pajera sí pero también soy extrema. Lo del pajerismo es un poco generacional, es la adolescencia durante el menemismo y otros etcéteras. Y también una excusa.

A la noche hablé con padres. Hablamos de dios. De religión. De los humanos. Después chatié con Domi y leí un pedazo del prólogo de un librito de Foucault. No sé si entiendo algo siquiera del prólogo. Cada oración que leo me lleva una atención quemante que se diluye a los pocos segundos. Me distraigo. Eso: me distraigo con una facilidad infame. Me dieron ganas de hacer un grupo de estudio sobre Kant. Hace mil años que quiero hacerlo pero como muchos de mis propósitos (casi todos) quedan en la nada. ¿Es la maternidad, el suburbio, internet, la paja, la desidia, el chat? No sé. Múltiples factores supongo.

En fin, no sigo. Estoy en camisón y mi madre se ríe de mí con razón. Milo solo juega a cocinar constantemente y está claro que es una identificación paterna porque en el último año lo único que hice fue un par de guacamoles.

Bueno, chicos. Gracias por estar ahí.
Así las cosas.
Sentimentales (aunque no soporto a nadie).

1 comentario:

Maggie dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.