miércoles, 2 de febrero de 2011

sobre la finitud y la trascendencia y las casi dos horas que me pasé en el super

Fue ayer, mientras miraba cómo le pegaban los chicos a la pelotita en sus respectivas clases de tenis y leía y cuidaba que Milo no se cayera rodando, cuando sentí una vez más la certeza de la finitud. Y no sólo eso, lo irreversible: cada segundo que pasa, no vuelve. Nada pasa dos veces. Nada nunca es igual. Son todas obviedades y no tenés que haber leído a Heráclito para llegar a esa conclusión. Pero a mí se me hace patente con demasiada frecuencia, es como si ese fuera mi único horizonte de expectativas y va y viene con mayor o menos intensidad. Lo relaciono con la maternidad temprana le dije a Miri en un mail y unas horas antes, ya había escrito otro mail enunciando el mismo tópico. Densa. Al tener todos los hijos que voy a tener, la sensación de que lo mejor ya pasó se me hace dura y presente. Ya está. No voy a parir más, no voy a tener más bebés, sólo cojo por el mero placer de encastrarme y no con efectos reproductivos. Ok, es un duelo. Ya sé que lo dije mil veces, si querés originalidad apretá el botón de next blog porque yo soy incapaz de dártela.

Por lo demás, no mucho, eh. Terminamos de ver la de Woody y su final no me gustó nada. Demasiado suelto todo, esa sensación tuve. A marido sí le gustó. A veces, pocas, no coincidimos. Luzma se llevó al bebé a dormir con ella y por primera vez en meses dormí de corrido y profundamente. Dormir bien está entre una de las cosas que más me gusta y sé que se contradice con la emoción que quisiera que tuviera mi vida y todos los etcéteras que quieras. Hay mucha gente para la cual dormir es una pérdida de tiempo inconcebible. No es mi caso. Garchar y dormir cotizan alto en mi ranking de preferencias. Relacionarme con otros humanos que me despierten interés, leer, comer, mirar películas y escribir son las otras, no necesariamente en ese orden.

Debería volver a los rompecabezas.

Me pongo a trabajar. En breve bajo a comer con Domi por la Roma y después tengo pic nic con las chicas en el parque. Compré unas donas con chocolate para jugar a la pradera.

Quisiera que volviera la costumbre de mandarse cosas físicas por correo. Fer solía hacérmelo y yo no lo hacía de regreso (siemrpe fui un cero al as para ciertas cosas) y ahora me arrepiento porque nada me gustaría más que mandar y recibir cosas. Por ahí me pongo media pila y lo pongo en práctica pero...no me tengo demasiada fe.

En fin, chicos.
Así las cosas!

No hay comentarios.: