domingo, 1 de marzo de 2009

el encierro

Hay sol. Aunque amaneció así, después se nubló y ahora salió nuevamente. Claro que son las diez y cinco de la mañana y hace más de tres horas que estoy despierta. Si no gastás energía no necesitás recuperarla. Así de simple. Ayer pretendía ir a ver la muestra de La Chapelle. Intento ponerme media pila pero mi marido no me acompaña, todo le da fiaca. Sí, me dice que sí, me dice que sí y llega a las tres del club y entonces recién a esa hora comemos la pasta que preparé (con una salsa de pollo y tomates secos y vino blanco, cocino mal pero le pongo un toque de garra). Igual, me da la razón. Desde que llegué de Argentina (el 2 de enero) sólo bajé a la condesa una vez. No fui ni a una muestra, ni a un museo, ni a un concierto, ni a una obra de teatro. Nada. De nada. Hace seis meses que mi vida está suspendida y no veo que esto vaya precisamente a cambiar con el nacimiento del bebé.

Entonces a la cuatro, cuando es obvio que ya no vamos a bajar a la civilización porque el tiempo simplemente no da, decidimos ir a comprar películas. Yo me siento pésimo, el resfrío en lugar de menguar, se acentúa. Tita está igual de mal que siempre, también. Demasiados días. Compramos diez pelis. Llegamos, cuando los chicos terminan de ver la peli que los dejamos viendo, salimos diez minutos a que anden en bici. Miramos la final de dobles del ATP de Acapulco. No me gusta el tenis sobre polvo de ladrillo. Después miramos Iron chef y Diego les hace algo de comer. Los acostamos y vemos nuestra peli. Primero la de los Cohen que nos había quedado suelta y después Rudo y Cursi. Cómo esa gente puede producir algo tan malo. Tan tan tan malo. Nos alegramos de no haberla visto en cine (ridículamente porque hace más de seis meses que no vamos al cine a ver una película de adultos).

Diego se va mañana temprano. Hoy supongo que comida. Espero que las chicas nos curemos en breve, hay papeles con mocos por toda la casa. Inaguantable la gripa.

Por lo demás, skypeamos con Maros. Con mi madre y ahora, después de que los muchachos partieron hacia el club, Roberta mira Kung Fu Panda en la sala de tele y yo estoy tranquila frente a la compu y pretendo leer los diario.

No hay reflexiones y ni nada. Hay domingo que se extiende y el cuerpo baqueteado. Ya se termina, ya se termina. Y empieza un baile para el que no sé si estamos preparados.

Así las cosas.

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