jueves, 12 de marzo de 2009

y por qué tan temprano...

Porque Simi tenía que estar siete cincuenta en la escuela. Horario de primaria, para practicar. Se va a la granja que van todos los años, sólo que en cuanto van creciendo, se quedan más tiempo. Hoy hay que buscarlo a las cinco. Yo sigo mal. Me duele la garganta y toso. Pero no salen aliens como ayer. Al menos no tan espeluznantes. Me acosté tarde, me habré dormido a la una y media y me desperté a las seis y media. Parece que es suficiente. Practico. No tengo ni idea cómo me las voy a arreglar con toda la prole. Fluctuo entre una hueva sin control y un cuestionamiento absoluto a la certeza de que el amor filial no tiene parangón, que es todo. En poco tiempo tendré una respuesta sino acabada al menos preliminar. Es decir, puede que esté feliz o que me quiera matar. Todo es verosímil.

Por lo demás, le dije a Diego de ir a comer y ahora dice que él me invitó que no me invita más si no voy. Me ofende su tortillismo. No me des vueltas las cosas, dear, no estoy para estas pavadas. Roberta no quería ir a la escuela, la convencí con promesa de peli y con ir a comprar el regalo de Bianca, cumple dos años.

En fin. Podría aprovechar y dormir. No se me da bien eso.

Así de madrugadoras las cosas.

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