domingo, 15 de marzo de 2009

lo que puede pasar

Vinieron a buscarme, yo estaba vestida, metida dentro de las sábanas semi dormida (sí, un ashco pero cero fuerzas de hacer la cama o buscar mantita o siquiera estirar un poco para no tocar con la ropa pero...). Bajamos a la condesa, comimos en restorán argentino hasta reventar (ahora me duele la panza, muy merecidamente). Pasamos rato largo en la Rosario Castellanos, sólo conseguí relatos de Cheever, caros pero no importa. Por una vez. Le leí libros a Roberta mientras Simón hacía lo propio acostado en las alfombras ad hoc. Diego daba vueltas. Compré, además, los dos regalos que necesito para próximos cumpleaños. Y volvimos. En el auto marido hace comentario que a mí me molesta. Reacciono mal. Él, al parecer, se enoja. O eso creo. Nunca más me dirigió la palabra. Yo, en lugar de leer, ojeo suplementos culturales y blogs afines, ahora iré a horizontalizar. Ellos, el resto de mi núcleo familiar, hacen el proyecto del espacio que urge entregar. Ni me meto. Siempre es para problemas. Mis opiniones molestan. O el modo en que las profieron. No me importa. Por una vez, no soy yo. Además, a mí todo me queda para el orto y me chupa un huevo: yo ya fui al colegio. Demasiados años. La educación formal dura una cantidad de años ridícula y yo no quiero reiterar todo tres veces más. No nací para eso. En lo más mínimo.

En fin. Me voy con mi acidez a otra parte.

Así las cosas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

lindas fotos, sexy jb.