jueves, 13 de enero de 2011

abandono múltiple

Soy muy lábil, es sabido. No sé cuáles son los mecanismos que me desarman la entereza pero ahí están, al acecho y cuando atacan es con todo. Llamo a mi psico, la negación existe: vuelve el 31 de enero y tanto lo sabía que tengo hora para ese día, dijo su secretaria. Faltan dos semanas eternas. Más de dos semanas. No estaría puediendo con eso.

Por otro lado, marido lejos. Marido me ama mucho a la distancia, me extraña, me quiere. Es inquietante. Hablamos vía Viber, no sé por qué no me enteré antes de su existencia, me lo pasó Ile y está genial. Caminaba por la Washington mientras yo salía del coche. Fue manejando desde lo de Domi (desayunamos con Gaby y las compañía de la nueva estrella: A) que se me armó el nudo. No sé bien por qué o sí pero no es para explayarme acá. Uf. Se pasó la mañana grata e improductivamente y ahora debería adelantar. Quereme. Escribime. Chatiame. Soportame. Bueh.

Anoto en la moleskine y pongo en práctica. Pilas. Me faltan los turnos médicos que me dan una hueva atroz. A las 4, tenis. Y pasaré a comprar el pollo orgánico por el City, oh sí, esta vida alocada no tiene freno. A la noche, igual, voy al teatro con Pau. Bien ahí. Y mañana, viernes, pretendo salir. A ver si alguno se copa.

Mañana a la mañana me toca matrogimnasia, vení a hundirme un apio en las venas. A ver, chicos, estoy todo el puto día con mis hijos, plis, no me hagas hacer ejercicios ridículos para conectar. Nosotros conectamos desde otro lado, ¿ok? y prefiero elegir yo el modo. Malísimo. Más nudo. La tensión entre el deseo y la realidad es irresoluble.

Bueno, chicos.
Así las cosas.

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