lunes, 10 de enero de 2011

entre la acidez y la angustia

Anochece y empieza a costarme respirar. Marido se queja mucho, todo el tiempo. Empiezo a preocuparme. Es hora de que empiece a enteder que se terminaron las vacaciones. Yo, él no tuvo vacaciones. Estresadísimo, suspira y escucha Franco De Vita con los chicos. Cálido y frío, este amor es tuyo y mío. Pienso en el coche, con Milo semi dormido atrás, yendo a buscar la receta para las drogas legales, en varias cosas.

Por ejemplo: vuelvo a considerar el valor de la belleza. ¿es importante? ¿vos qué decís? cuando le comenté a alguien, una noche en la que hablé mucho -demasiado- mi epifanía me la desarmó en un gesto. Es medio triste cuando la belleza no es precisamente tu característica principal. Igual pienso que es un factor que uno no maneja. O sea, como hablamos con mi cuñadit (no Luli, Ela, una tarde muy grata para mí que pasamos juntas al lado de la pileta), es algo que no podés manejar. Podés hacer esfuerzos para ser más flaco, más culto, más gracioso, más simpático, más un montón de cosas pero la belleza no se elige. Viene o no en la carga genética.

Sí, sorry, hoy estoy así: obvia.

Por otro lado, en Bs As me crucé, me reencontré podría decir, con gente con la que siento una gran empatía. Hacía mucho que no me pasaba. Y es la antítesis de lo que siento acá. Triste.

¿Y el amor? ¿Qué es ? ¿Es amor por ejemplo pensar en alguien mientras el otro piensa en vos? ¿Es empatía? Es una reflexión que me gusta aunque sea así de vacua.

En fin.
Seguramente podría escribir más pavadas pero voy a bajar a hacerme un sandwichito de pita y queso.

Así las cosas.

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