lunes, 19 de octubre de 2009

Bueeeeno

Karina llegó a las diez y media. Yo ya había llamado a un back up para agendar una cita para mañana pero cuando la vi, me enterneció, consideré que ya nos conocemos, que tenemos una relación que puede prosperar y funcionar y con esa idea me fui a llevarle un abrigo a Simón y a buscar a Roberta a la escuela. Además, es muy ordenada. Pero cuando llegué a las dos y pico, con Tita y Milo, nosotras muertas de hambre, y la comida no estaba ni empezada ni la mesa puesta ni nada de nada, definitivamente me arrepentí. Claro que no llegás si el día comienza casi a las once. Adobé las costillitas de cerdo con mostaza, sal, pimienta, azúcar y aceto. Pisé la calabaza, le puse también sal, manteca y un chorrito de leche y cuando todo estuvo listo me senté a comer con una terrible cara de orto. Encima, la pileta tapada. Sí, venía mal pero si tirás la comida ahí, mamita, se tapa más. Los plomeros me dicen que me cobran entre 1500 y 1800 pesos (lo que vienen a ser entre 115 y 140 dólares aprox). Ahora Milo llora al lado mío, tengo que laburar, tengo que tener un poco de vida antes de explotar del todo. Necesito ayuda, loca. A-yu-da.

Lo bueno: salió el sol plenamente. Llamé a mi marido y le tiré la buena. Igual, va a venir muy tarde y soy sola.

Por lo demás. Nada.
Abrí la3ra.com y vi que hay una entrevista a Rinesi. Fue, definitivamente, el mejor profesor de sexto año. Sociología. En lugar de apuntes, leíamos libros. Enteros. No era normal en ese contexto. Creo que fui la única que entendí algo de El hombre unidimensional. Santi G me lo perdió. Después me estupidicé de por vida. Claro que entonces tenía pretensiones intelectuales aún. Se fueron con el viento, con los años, los hijos y la vida. Buenos recuerdos de épocas antiguas. También, ahora que recuerdo, me lo crucé en mi muy trucho paso por Teoría política y teoría estética. Hubiera sido una cursada interesante si hubiera ido. Simón era bebito y yo me tomé licencias. Tal es así que para el trabajo final refrité otro de no me acuerdó qué (puta era de un seminario de...no me puedo acordar el nombre, auxilio!!) en el que me había sacado siete u ocho y el bueno de Gonzalez me puso un diez. Nos encontramos en el bar de la esquina de sociales y me hizo una devolución. Un divino y yo, un fraude (bueno, claro que yo había escrito el trabajo lo que no me hacía sentir tan mal). Si no hubiera sido tan snob y pendeja, hubiera estudiado sociología y hoy estaría contando otra historia o tendría otro blog o ninguna de las dos cosas pero eso sí que ya no se puede cambiar.

Ni modo.
Así la vida.

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