viernes, 23 de octubre de 2009

no, no y no. no nací para esto

Dormí mal. Bah, demasiados sueños, demasiado vívidos. Eso hace que no descanse. Diego lo despachó a Simi. Bien ahí. Tengo que pedirlo pero al menos recibo una respuesta positiva. De todas maneras, no dormimos más. Los dos pequeños estaban de lo más despabilados. Hicimos fiaca los cuatro en la cama, nos levantamos, desayunamos, Tita se fue en el camión y yo me puse a cocinar. Detesto cocinar sin ganas. Me llevó casi dos horas toda la movida. Mientras, Milo estaba en su carreola. Subí a acostarlo pero no funcionó. Cuando lo fui a rescatar, estaba completamente sucio. El padre le había puesto el pañal como el orto. Lo cambié y acá está, a mis pies, jugando torpemente (no podría decir que tiene la motricidad fina muy desarrollada). Quería ir al club pero con la nana que tengo y el bebé despierto, no me dio. Malísimo. En breve me bañaré y me pondré, de una vez por todas, a laburar. Un desastre. No sé qué me pasa. Entre una cosa y otra se me va la vida. Necesitaba el deporte. Necesito otra nana. Necesito un poco de libertad de acción. También tengo que ir al dentista. A sacar mi credencial del IFE. A sacarle la foto a los chicos. Tengo que llamar a la depiladora. Pedir turno en el pediatra. Llamar al gastro para ver qué me dice de mis estudios. Terminar una nota. Envolver el regalo del cumple que tenemos hoy (malísimo, soy pésima para esas cosas y las odio con toda mi alma). Y mandar un par de mails. Me cuelgo.

No hay reflexiones. Hay una esperanza de que salga el sol. Ganas de deporte que quedaron truncas. Un bebé que se vuelve más demandante con los meses (ahora estoy a full tratando de agarrar un muñeco del bebeseat). Y ganas de escuchar Leonard Cohen, no encontré ningún disco (están hechos un caos) así que veré que bajo de la red.

Así las cosas. Desordenadas.

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