lunes, 19 de octubre de 2009

hace demasiado frío

Hubiera querido empezar el día distinto. No peléandome con mi marido por la cantidad de abrigo con la que se fue Simón, escasa para cualquiera. Quisiera muchas veces que las cosas fueran distintas y recibir cariño y cuidado, para mí insuficientes, para él completos. No importa. Ahora Camilo se queja en su huevo, creo que tiene sueño, sólo espero que no tenga frío. Es el tercer día de gris constante. Karina no llegó y no sé si llegará en algún momento. Diego se fue hace un rato, enojado, como siempre. El fin de semana se voló. Y la semana empieza con dudas y trabajo. Con pocas certezas y una leve acidez, con un hueco en la boca del estómago que, desde ayer, me hace pensar. O no. No pienso, simplemente me siento rara. La inquietud más inmediata: el frío. Los chicos no tienen ropa de abrigo y la casa no tiene ningún tipo de calefaccionamiento. La discusión primera versaba sobre la enfermedad de Simón: una tos que no da tregua y los resultados del isopado recién estarán mañana. Debería haberme levantado. Pero la noche fue dura con el bebé, me desperté muchas veces y me contracturé dándole de comer. Creo que debería probar con una buena mamadera con fórmula.
La incomodida acerca de mi vida siguó su curso. Añoro cosas que acá no puedo revertir. Añoro ser yo, como tantas veces dije. Añoro una vida normal. También quedarme un rato en la cama con mi marido. Y también echarnos un buen polvo, cosa que no sé hace cuánto no sucede. Y el frío, tan desalentador.

Quisiera un apapacho de algún flanco. Tuve a mi madre, un apapacho tan infantil como yo.

Ayer también pensé mucho sobre la hipocresía del matrimonio. Del matrimonio burgués, puede ser. Sí, la monogamia es una ficción necesaria y estoy citando. Ayer pensé mucho en eso. Bah, pienso mucho en eso todo el tiempo. Cierta paranoia que me persigue hace un tiempo que antes no era parte de mi horizonte y ahora sí, lamentablemente. ¿Vale la pena decirlo? Yo no creo. Así de simple. Pero tampoco me interesa saber ni investigar. No tiene mayor relevancia, creo en la trascendencia de las relaciones por sobre los detalles de la cotideaneidad. Pero a nadie le gusta estar en ese lugar. Y ahí viene la andanada de pelotudos que dicen que ando diciendo que mi marido me mete los cuernos. A veces me sorprendo de la pelotudez extrema que se maneja ahí afuera.
Bueno, estoy así de confusa y mi hijo menor llora, presumo que queriendo comer.

Grises las cosas. Muy grises y frías.

1 comentario:

Notengo dijo...

qué feo cuando empieza el frío!
hace ver todo peor de lo que es.

por lo demás, mejor no saber, sobre todo si es probablemente paranoia, o si no cambiaría nada en tu situación actual.

te leo seguido, pero no comento. no sé qué me dio hoy.