Mi mal humor a las seis de la tarde era indescriptible. Diego llegó unos minutos después que nosotros, bueno, yo ya había bañado al bebé, había dejado las botas y pelé ojotas. Olvidé decir que mi look sí sigue desentonando pero eso resulta cuasi redundante. Como no llegué a hacer brownies (me superó el cansancio y el trabajo), llamé a María para preguntarle si tenía algún tipo de chocolate. Sí, almendras bañadas. Genial. Las fui a buscar y me quedé un rato, estaba con sus dos cuñadas, me ventilé, estuve como media hora sin hijos (sólo me pasa cuando voy al gimnasio o al super) y volví con el tarro de almendras para el café. El menú de hoy incluye las papas de siempre (son ricas y fáciles, no hay con qué darle), unos rib eye envueltos en panceta con una salsa de hongos, un gazpacho con quesitos y esas cosas de entrada y la mousse de mandarina con un coulis de zapote negro. La limonada con menta y jengibre también la incluimos. Marido ultima detalles mientras yo estoy acá, a veces me da mono de compu.
Tengo más cosas para decir. Por ejemplo: Fer está en Buenos Aires y mañana cumple años. Maru está por parir. Yo quiero vivir en la ciudad, no aguanto más esto. Tengo dudas acerca de mi potencial felicidad en Argentina. Y sé positivamente que necesito un poco más de ayuda. No soy wonderwoman, me canso.
En fin. Unas fotich y a terminar mis tareas.
Así de ajetreadas las cosas.
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