miércoles, 7 de octubre de 2009

fin del día

No es que haya hecho mucho. Sí un rato de gym, vapor y sauna (lo máximo), merienda con Pau y ahora algo de cocina. Compré en el super dos lobinas confiando en que fueran frescas. Mi ingenuidad a veces me sorprende a mí misma. Le puse limón, aceite de oliva, páprika, sal, pimienta y orégano fresco. Le hice una cama de cebollas y pimiento que después retiré y salteé en la sartén junto con unas papas y al final un poco de vino blanco. Creo que tiene demasiadas escamas y espinas pero no parece estar mal de gusto. Eso sí, de mi marido no tengo noticias. Skypié a las tres de la tarde, dos minutos, y nunca más supe de él. Me dijo que iba a la clase de spinning de la tarde (creo que era a las siete) y siendo las nueve menos cuarto, no tengo noticias. Uh, justo escucho ruido de puerta de auto que se cierra. Iré a servirle la comida como una buena esposa amante que soy.

Qué divina.

Los chicos insoportables.

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