jueves, 22 de octubre de 2009

en tan poco tiempo, tantas cosas

Por ejemplo: chocar. El centro de salud está en una cortada. Había muchos autos, extrañamente, hoy y como no encontré dónde estacionar, me eché en reversa (es verdad que no soy muy cuidadosa, más bien manejo estilo bestia peluda) y me tragué un coche que estaba estacionado en segunda fila, sin balizas. En fin. Iba con Camilo. El pibe quiso llamar al seguro, yo quedé mucho peor que él, obviamente pero parece que su mini rasponcito le jodía. Entretanto, fui al centro de salud, mientras venían los ajustadores, a vacunar al bebé y a activar la cartilla de Coco. El bebé volvió como vino, no tenían la pentavalente (quíntuple en Argentina) y tampoco le pude dar el resto. Pregunté dónde me podía quejar y me contestaron algo demasiado vago. La cartilla, por un cambio de disposición oficial, casi no me la activan pero a la señora le dije que por favor, que ya había venido, que tres hijos, sin ayuda y sin familia (una mentira muy blanca) y se apiadó. Parecía que faltaba la foto pero no, la encontré y finalmente me fui con un trámite menos. No es tan fácil liquidar las cosas en este lado de la ciudad. Ayer a la tarde, Diego vino temprano y nos fuimos los cinco a sacarles fotos 4x4, 3/4 perfil derecho sobre fondo celeste a los chicos para los trámites argentinos pero acá, esa foto, es imposible. Diego le insistió a la señora para que la sacara, sabiendo que no iba a servir. La foto no tenía absolutamente nada que ver con lo que necesitábamos pero como soy educada le pregunté cuánto era y nos tiró una cualquiera, pagamos 30 pesos por una sola foto inservible. Malísimo.

Después de que finalmente llegara el ajustador (le di la teta a Milo en el coche, entretanto), de que yo le dijera que por mí no le pagaran nada (además tuve un altercado con la madre del pibe que quiso llamar a una patrulla porque pensó que mi plan era escapar. Le dije que primero no me tuteara porque yo no la tuteaba y que tampoco me hablara, estos son los casos en los que soy MUY peleadora, un día me voy a ligar un bife) pero parece que para el reglamento de tránsito soy culpable así que sí, le van a pagar su mísero rasponcito y yo seguiré con mi coche que se cae a pedazos (igual, uno de mis pensamientos de la semana fue: qué adulta estoy, lo lavo cada tres semanas aprox, un récord). Entonces, me fui con Milo al tianquis, como encontramos la mochila portabebés me lo cargué ahí y me llevé mi bolsa grande de las compras. La espinaca estaba cara y mala así que me abstuve, compré zanahorias, ciruelas huesudas (una ciruela deliciosa que nunca había visto hasta que vine acá), unos tomates que me llamaban a gritos por su belleza y un kilo y cuarto de queso oaxaca, no dura nada. El del puesto me da cosas para probar y me dice güera tres veces por frase. Yo considero que ya tenemos una relación pero puede que sea sólo mi idea. No encontré ninguna peli pero de todas maneras, me pesaba mucho todo porque también compré dos kilos de mandarinas. Me tomé mi agua, esta vez de piña (me gusta que van cambiando los sabores), es como un litro por diez pesos, me copa. Y partí, con la espalda casi tan destruida como el auto. Acá estoy, por irme a buscar niños a la escuela, después de una mañana demasiado intensa y cansadora. Pero todo bien. Hay sol, mi marido me llamó dos veces por teléfono y yo mantego, milagrosamente, el buen humor.

Eso. Más o menos todo.

(aunque me sobran los pendientes)

No hay comentarios.: