martes, 5 de octubre de 2010

hastío existencial

Escribo mientras hierve el agua para la pasta de marido. Quisiera estar hundida en la cama, mirando una serie. No escuchar a los chicos, no cocinar nada (sabemos cuánto lo odio) y no sé siquiera si hablar. Aunque no hablar con adultos me esté conduciendo, a paso lento pero certero, a la locura más concreta (supongo). No sé si allá sería distinto. Es estructural. Hice nada. Después fui con Milo y Tita al club. El bebé llora ni bien nos acercamos a la guardería. No importa que no lo deje. No importa que me tire al piso de baldosas frías a jugar con él. No quiere, no hay caso. Tampoco quiere tirarse por el tobogán de afuera, ni saltar en el brincolín. Quiere ir a ver a su hermana. Se para afuera del salón y grita Tiiita, golpeano el vidrio. En fin. Sí, un placer. La llevo re bien. Hijos: duérmanse YA. Mamá está al borde del surmenage. Un mami y exploto. ¿O ya exploté? Es posible.
Bueno, chicos. Ni sigo. No hay nada bueno para desarollar.
Por suerte el viernes vienen padres. Un poco de air.
Así las cosas.
Así.

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