martes, 5 de octubre de 2010

modo morsa & fastidio: on

Uy, manejamos un humor peligroso. Del tipo: mejor no te me acerques. Roberta es cero perceptiva, al igual que el padre, no entiende cuándo hay que parar. Chicos, sacan lo peor de mí.
Acabo de entrar. Anoche me sentía mal, con dolor de cuerpo y una infelicidad basal no grave pero incómoda. Basurismo lechugal. Fue después de sesión, mi psico que no es psico finalmente me contó su derrotero académico. Después de la formación psicoanalítica, hizo el doctorado en lingüística y literatura y dejó colgada la tesis sobre José Donoso (tuve que confesarle que no había leído nada). Ajá. Después hizo la formación sistémica. Más ajás. Ok. Mmmm. No sé qué pienso sobre los sistémicos pero yo quiero que me ayuden, nada más. Como sea, se ve que quedé tocadita, me metí en la cama a las 8pm, camisón + buzo, coki + pan con queso, compu. Marido llegó a las 9 y cacho. Se hizo algo de comer (rescató una carne y saltó unas setas, marido es ultra pilas) y vimos el décimo de Mad Men en la cama. Ya no queda nada...terrible. Después intentamos atacar la segunda de Breaking Bad pero Cuevana nos traicionó. Lo hace seguido. Igual me dormí. Después de que marido me rompiera un toque los huevos. Y volvemos al principio: el sentido común no prima y la percepción sobre el estado de ánimo ajeno no es tan relevante.
Los chicos no tuvieron clase. Marido se levantó a la hora de siempre pero yo me quedé morseando en la cama. No subió a despedirse pero antes consultó sobre outfit. Dictaminé camisa y pantalón gris. Hace frío. Se cubre el cuello (siempre usa algo, igual). Parece que será un invierno duro y largo, tendremos frío hasta marzo (info obtenida en el vestuario). Milo llora. No quiere dormir la siesta cuando están los hermanos en zona. Cuando finalmente me levanté (serían las 8 y pico) decidí que un café con leche me iba a sentar perfecto. Con baguette. Mal hecho. Lo vomité de inmediato y el día empezó cruzado. Me queda el aparato digestivo resentido, malhumorado. Hice 45 de elíptica y me costó. Mi ipod está como gastado (esa es mi interpretación) y casi no se escucha. Necesita un refreshment urgente. Hace cuatro años que tiene lo mismo. El material del iphone ya conté que no da. Pensaba teñirme el pelo pero una vez más quedó para otro momento. Sauna. Breve charla con compa de locker, paso por casa, recoger a Tita y pasar por el Hospital Angeles a hacerle favor a marido. Fastidio. El negocio médico lo detesto. Todo lo que sea el lucro desubicado con la salud me parece nefasto. Odié al psiquiatra y a su secretaria. Odié que te roben en el estacionamiento y odié hacer de cadeta. Eso le dije a marido: no puedo creer que te haga de cadeta. Se reía, claro, y me decía: sos brillante. Casi revoleo el celular al grito de: soy una jewish princess (lo juro). Después de eso, comprar zapatillas de ballet para la pequeña (también me indigné por el precio y se lo dije a la vendedora que me miraba incrédula), pasamos por el super y acá estoy, con la panza revuelta porque me tomé un capu frío de parada y me cayó para el orto (igual que la media manzana que se llevó Tita y no quiso comer). Tengo que trabajar. Los chicos dan vueltas. El plomero tuerto ya se fue (es el hijo del plomero y no sé su nombre; como también me irrita tener que pagar esos arreglos tenemos una relación ríspida y no le pregunto cómo fue que perdió el ojo). A la mañana había una cuadrilla en el parque que dejó el pasto increíble. Parece una alfombra. Había sol pero se está nublando. Odio todo. Me odio. Etcétera. No queremos desarrollar. Ah y esa costumbre del sexo masculino de no querer saber me rompe bastante las pelotas. En general lo digo, eh.
Bueno, chicos.
Así las cosas.
Hormonales.

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