domingo, 31 de octubre de 2010

Los sonidos se multiplican y me aturden, no escucho palabras sino un magma de ruido. Eso. La infamia hecha contaminación sonora y proviene de mi familia. Y mi familia a esta altura es lo que yo gesté, elegí, parí, crié y sigo sosteniendo. Es raro. Porque el sintagma mi familia hasta hace tan poco remitía a otra cosa, a lo de arriba, al origen, a lo previo. Sí, es tan raro que casi no lo entiendo y me pierdo en los ruidos ensordecedores o no, no, no me ensordecen, me enloquecen y tengo ganas de correr. Todos hablan, gritan, se quejan, piden y lloran a la vez. Siento que me voy a desmayar pero eso nunca pasa. Yo nunca me desamayé. A veces pienso que la gente que no se desmaya es la gente fuerte. No, es mentira, la gente que no se desmaya es aquella que no puede evadirse y lo vivo como una falencia, eh. Yo quisiera desmayarme, que la realidad se deshaga por unos minutos, perder la conciencia que me persigue como el peor enemigo desde siempre.
El matriminio o mejor dicho, el éxito del matrimonio para mí se basa en muchas cosas pero una de las principales es NO apretar el botón equivocado. Todos sabemos cuál es después de unos años. A veces es inevitable la tentación, provocar es un arte que no se puede abandonar tan fácilmente. Lo intento día a día y lo logro con relativa frecuencia. Vos no pudiste controlarte este fin de semana, elegiste hacer todo lo que atenta contra mi tranquilidad sabiendo que estoy rayada. Rayada. Es la definición más precisa para mi estado. Yo no me desmayo pero me rayo. Menos seguido, sí. Pero me pasa y me quiero ir, quiero que se callen todos, quiero meterme adentro de la pantalla de mi compu y no escuchar más, quiero dormir.
Diego se siente pésimo desde el viernes, la peor idea que se le pudo ocurrir fue pintar las puertas de los closets del cuarto de Simón. Eso era lo que fueron a comprar. Toda la ropa está tirada en el otro cuarto. Lijaron, ensuciaron todo, pintaron, tienen el cuerpo lleno de manchas blancas y la casa apesta. No terminaron, es todo un asco y mi malhumor llega a su máximo. Grito. Como la loca que se me imputa ser: grito. Y sólo pienso en estar sola.
La miseria está flotando, silenciona y se materializa en mi voz nasal y desatada.
En fin.
Mejor lo dejamos ahí.
Así las cosas.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Tuvimos findes parecidos, sólo que en mi caso, desde el viernes se me metió en el cuerpo una puta ansiedad y angustia, tan fea...que tuve que venir a dormir a la casa de padres y solicitar prestado un poco de clonazepam para aliviar la tensión. Hoy domingo...desde que me levante, hace media hora, estoy mejor...ojalá puedas dormir bien o salir corriendo un rato hacia algún lado, beso, tocaya.

Oslobo dijo...

uff uff
legos incrustados en los pies cuando cruzás el living a las dos y media de la maniana para ver por qué lloran...
identificación.
El fin de semana apesta.
Salud! que maniana es lunes y las guarderías reabren y los maridos se van a laburar y se olvidan de los proyector hogarenios.
sonrisita