viernes, 15 de octubre de 2010

hoolaaaaaaa, nada ha cambiado

Son casi las 10am y estoy en la cama del hotel, con mi vestido pseudo hindú, escribiéndoles. Si hubiera tenido blog y notebook hace siete años seguramente mi vida sería otra. Hoy lo es. Acabo de volver del Walgreens de Collins y Lincoln, el mismo en el que le compramos los flotis naranjas a Simón en el 2003 y que se rompieron recién hace un año y medio. El hotel (acá hay fotos para que chusmeen) está a la vuelta del Dorchester, a una cuadra de la playa. Caminé sintiendo que el tiempo podría no haber pasado aunque no me es necesariamente hiper familiar el lugar. Lo que no me acordaba es que Miami no tiene olor a mar, es raro.
El viaje fue cómodo, después de tener tanta prole moverse sola es encantador. Sólo la valija semi vacía y la cartera con mis pocas cosas: ipod (que no usé), celular, billetera, Moleskine, birome, dos broches para el pelo, atado de cigarrillos, encendedor, Éramos unos niños y Hélice. Nada más. En el taxi al aeropuerto me tiré y dormité un rato, fue una hora en total y llegué con el brazo babeado. Había mucha gente en la cola, la llamé a Lau que casualmente viajaba en el mismo vuelo y cuando llegó nos desviaron a otro mostrador, hicimos rápido. Carmen por suerte me había comentado que abrieron lounge de Amex en la terminal dos así que ahí nos instalamos, cortesía de mis padres. Cometí el error de comerme un sandwich de atún (espantoso) y de tomar un frapuchino con Baileys que me cayeron como el orto y terminé vomitando como me pasa siempre en todos los Amex (impresentable). Pero se hizo leve y después de una pasada rapidísima por el free shop en la que ninguna compró nada nos subimos al avión. En mi fila un chico que tiró algún comentario, parecía jovencito pero resultó casado, me enteré después, cuando a la hora de llenar los formularios migratorios platicamos un rato con el señor que se sentó entre los dos. Buena onda. El resto del tiempo leí. El libro de Patti tal como dijo madre es conmovedor. No miré la hora ni una vez (en realidad nunca lo hago, soy una entregada) pero sí me pregunté por mi vida, por lo que hice, hago y haré. Fue descorazonador. Reflexiones sobre el arte y semejantes que no voy a desarrollar pero están. En fin. Se pasó rápido. Me clavé el sandwich de merda con un vaso de coki no te puedo decir por qué y no cabeceé ni una vez. Los aviones me producen una indiferencia pasmosa. Suelo quedarme dormida antes de que despeguen y excepto que se muevan mucho, no pienso en el hecho de estar volando. Creo que siempre fue así. Claro que cuando aterrizamos y hay viento de cola siento la tensión, herencia de mi padre (cuando era chica me agarraba la mano fuerte y si sentía que la máquina no podía frenar me la apretaba todavía más).
Ah, marido se fue a trabajar: OBVIO. Me enteré cuando bajé del avión, después de declarar en migraciones que soy ama de casa. Sí, matame. Para qué dar explicaciones. Ya bastante que tengo el pasaporte argentino a punto de vencer.
Excursus negativo, para variar: skype con padres que me cuentan que la nana se sentía mal y se fue ayer a la noche. NO PUEDE SER, MAN. Kilombo mal, veremos cómo se las arreglan padre y hermana desde mañana. PUFF. ¿Por qué?!?!?!
Bueno, entonces marido y Wally nos esperaban en el airport y los A nos trajeron muy amablemente a nuestro nidito que es como todos los hoteles boutique una suerte de hostel con beleidades pero está bien, es agradable, chiquito, acogedor y semi cómodo (los hoteles tradicionales son más comfortables pero es una nota de color que le pongo nada más). Marido estaba con ganas de mover así que aunque era casi la una de la matina caminamos al: sí, al Walgreens, paseamos por las góndolas y confirmé lo que ya sé: USA es el paraíso para ser gordo. Todo es grasoso y tentador y colorido y ultra calórico. Eligió un frapuchino y unos Reeses y caminamos de vuelta como si el tiempo no hubiera pasado. Mi humor no era el mejor, oh no, pero no sé exactamente por qué. Algo del libro, de la burguesía, del consumo y de la mierda que representa todo esto. Pero no importa. Hoy amanecimos temprano y retozamos un rato hasta que bajamos a consumir el pequeño y very tipical desayuno self service con baguette, bagels, muffins, philly, manteca, dulces y jugo de naranja concentrado. Todo agradable, blanco y canchero. Rentamos el carro pero pedimos que lo traigan recién a las 2pm. Marido se tomó un taxi y yo salí. Necesitaba acondicionador y algún antiácido. Caminé esas cuadras ida y vuelta y después me acerqué a la playa pero ni siquiera pisé la arena. Es eso: una playa ascéptica. Por lo poco que vi, está lleno de brasileños, sorprendente. Supongo que es producto del cambio favorable. Todo me pareció muy caro pero no sé si es por lo turístico de la zona o que verdaderamente México es mucho más barato. México es más barato que cualquier país que visito, al final. Extraño. Eso sí: caminar por Miami es fácil. No desentono como en el DF, en lo más mínimo.
Bueno, estaba contenta y ahora con lo de la nana estoy rara. Qué mierda todo, la reconcha de la lora puta. ¿Cuándo van a empezar a salirme bien las cosas? Estoy harta.
En fin, después de bañarme salgo a caminar.
Así las cosas, chicos.
Retro.
(estoy usando la compu de marido...me pega mal)

1 comentario:

libre dijo...

porque decis que desentonas en el DF?
viajo pronto y me gustaria saber como es eso...