lunes, 25 de octubre de 2010

matame o rescatame o expatriame

Pero esto no da para más. Padre le habla a Milo, termina de bañarse, llegó hace menos de dos horas de paso entre Barcelona y Buenos Aires, me acompañó a llevar a Tita al cole y ahora canta. Yasmín no volvió y estoy al borde del colapso. Eso implica que no puedo hacer nada de lo que tenía pautado esta semana. Lupita dijo que venía hoy pero no contesta el teléfono. Es todo un drama, creeme, aunque te parezca una pavada. Le mandé mail a marido diciéndole que estoy harta. Estoy HARTA, ¿me copiás? El delirio de este tránsito, la casa sucia y que se cae a cachos, la desasón de la incertidumbre. Combo invivible. No paro de comer, como si la infelicidad se neutralizara en cada bocado. Es mentira. No se neutraliza nada, engrosa los costados, nada más. Estoy muy desalentada, para variar. Siento que nada nunca sale bien. No importa cuánto haya de verdad. Estoy sucia y quiero ir al gym pero no tengo con quién dejar al bebé y aunque quisiera dejarlo llorando en la guardería, hoy está cerrada.
A todo esto, marido llego a las 12.15am y hoy a las 7.30 se volvió a ir. Tenía que grabar otra cosa. Mañana también. Prácticamente no lo veo. Lo extraño. Charlamos un rato, se ofendió levemente porque no vi el show (me colgué con In Treatment, me olvidé, soy así), le busqué un Havanette y le di duro y parejo al nutella. Todo cualquiera.
En fin.
Nada.
O sí: desolación por toneladas.
Así las cosas.

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