lunes, 23 de febrero de 2009

de ayer a hoy

Claro que no pasó nada de nada. Nos tiramos en la sala de tele a ver los Oscar, creo que es la primera vez en veinte años que veo tantas horas. Como show estuvo mucho mejor que cualquier otra vez. De los vestidos, nada para destacar. Me puse a llorar alguna vez, es que te contagiás de la emoción, inevitable. Slumdog Millonaire no la vimos aún pero ya la veremos, bah, no vimos casi ninguna (sí la de Mickey Rourke, justamente la terminamos antes de la ceremonia) pero no Milk, no la de Benjamin Button, no Milk, no etcétera. Afuera hay un sol increíble, el cielo está celeste impoluto, Josefa no llegó (se le está haciendo una costumbre de la cual tendré que hablar), Roberta no fue a la escuela porque amaneció con una tos de perros, mal. Juega al lao mío, en la cama, en silencio, lo bueno de mi hija es que se entretiene perfectamente sola, su mundo interior le resulta de lo más llevadero. Debería atacar los pendientes que me quedan (los mismo de siempre) y pagar la factura de luz que tengo enfrente mío, pero eso lo hago por internet. Después, nada. NADA. Seguir leyendo a Philip Roth (me da un leve bajón pero avanzo) y a la tarde conocer pediatra con los niños, llamar al de siempre por la mañana para hacerle una suerte de pregunta fiscal y ahí me quedo. Mis ocupaciones son nimias. Las de los chicos y ya. Embole. Pero lucharemos contra la depresión, ya nos aburrimos de que todo sea siempre igual. Sólo deseamos sentirnos bien. Eso es lo imprescindible. En fin. Algunas reflexiones que quedaron en el tintero, todas sin importancia y que dejaremos pasar. Es difícil estar contento en la sincronía pero creo que es lo único posible.

Así las cosas.

2 comentarios:

cronista sentimental dijo...

¿Está buena The Wrestler? La crítica del New Yorker dice que es buena pero con poco convencimiento. ¿Es muy violenta?

Anónimo dijo...

hola juli