jueves, 5 de febrero de 2009

Revolutionary Road

¿Cuál es la distancia entre lo que imaginé y la realidad?

Jamás pensé en ser una señora-gorda- de suburbio (menos mexicano) reproduciéndose como una adepta al Opus Dei con los hijos que la vida le diera. Tampoco pensé en la familia antes de tenerla, no tuve tiempo. Nunca creí en la fidelidad y sigo sin hacerlo. Me sorprende a la vez que me da ternura la gente que sí lo hace. No puedo pensarme así pero tal vez, en el fondo, me encantaría. A nadie le gusta verse como el engañado. La diferencia es la discreción. El cuidado hacia el otro es fundamental y con esto no hago apología, ni mucho menos. Es, como siempre, sólo realismo. A veces, de todas maneras, me encuentro que la realidad todavía me supera. El amor tiene tantas caras, aristas difíciles de soportar cuando entra el amor propio como variable.

Pero no pensaba en la fidelidad cuando pensaba hace rato. Pensaba en mí, en una perspectiva histórica. A mí me gusta mi marido, lo quiero y quiero estar con él, hoy, por los tiempos de los tiempos. Solemos cagarnos a gritos bastante seguido, es innegable y hay miles de cosas que si las pienso hacen que quiera desaparecer al instante pero no vienen al caso. Porque la pregunta que me hacía es: ¿qué quedará?

Fue una madre de familia ejemplar, sacrificó su potencial (todos creemos tener un potencial no explotado porque si no la vida no tiene sentido, bueno, menos del que consideramos que tiene habitualmente) en pos de sus hijos y su esposo, apoyando el desarrollo de todos y cada uno, con una convicción inquebrantable.

¿En eso me convertí? Eso es lo que soy y lo que hago. Eso veré cuando mire para atrás. ¿Me resulta patético? ¿O es la elección que hago sin esas palabras? Tantas mujeres allá afuera, independientes, libres, con proyectos, empuje. Y la contracara: mi propia vida.

No quiero novios. No quiero cogerme desconocidos (no particularmente, eh, me divertía bastante y lo extraño esporádicamente). Quiero no arrepentirme. Ni ahora ni después. Sólo eso. Por lo que pensaba que iba a ser, por lo que soy, por lo que seré y por lo que podría haber sido.

Hoy parece demasiado pedir.

6 comentarios:

Vivi dijo...

Dia por medio pienso lo mismo: no quiero llegar a vieja chota y arrepentirme por lo que no hice, o pensar en lo que podría haber hecho. Te entiendo Julieta. Vos por lo menos tenés una profesión!
te acabo de linkear en mi blog.
saludos
vivi

Anónimo dijo...

NUNCA TE VAS A ARREPENTIR DE ESTAR DANDO LO MEJOR DE TUS AÑOS A TUS HIJOS, EN ESTA VIDA LO UNICO QUE DEJAS SON LOS RECUERDOS QUE ELLOS TENDRAN DE VOS CUANDO NO ESTES, LO OTRO NO QUEDA, NI UNA BUENA PROFESION, NI LOS PROYECTOS NI EL EMPUJE, NI LA INDEPENDENCIA NI LA LIBERTAD, OBVIAMENTE LO IDEAL ES EL EQUILIBRIO ENTRE UNA COSA Y LA OTRA PERO DE ESO SE TRATA LA VIDA MISMA DE BUSCAR TODOS LOS DIAS EL EQUILIBRIO ENTRE LO QUE SOMOS Y QUEREMOS SER

estudiante crónica dijo...

JB, yo tengo casi tu edad y todavia sigo en la facultad (phd, pero igual). Despues de trabajar varios anhos, volvi a la facultad porque es lo que mas me gusta.

Mama se habia recibido de abogada a los 21, paro de trabajar para tenernos a nosotros a los 27, volvio al mercado laboral a los 36: le fue muy bien. Y nunca sintio que habia desperdiciado anhos de su vida.

no hay un solo camino de carrera, y no todo el mundo a los 30 anhos es CEO o profesor titular.

No te convertiste en nada. tenes muchisimos anhos para pensar que te gusta, que queres hacer , y de que manera (que puede ser quedarte en tu casa)

Tania dijo...

Parece frase de alcohólicos anónimos, pero es muy real en esta situación: un día a la vez. Concéntrate y disfruta de tus hijos ahora que son chicos. Si el día se te hace largo, aprovecha y aprende lo de pasteles, un idioma nuevo o cualquier otra cosa que te plazca. No te quedes sentada viendo la televisión porque eso de nada sirve. Ni el shopping. Afortunadamente el tiempo pasa volando, los hijos crecen rapidísimo y la expectativa de vida actualmente es de unos 80 años para las mujeres. Así es que piensa que ni siquiera has vivido la mitad de tu vida. Sólo preocúpate por hacer pequeños esfuerzos para hacer más grata y fructífera la parte que te falta. Y me atrevo con un consejo más: asegúrate de que este tercero será tu último bebé, porque si no, nunca acabarás con la faena.

Un abrazo de otra que está en las mismas.

Anónimo dijo...

Estar adentro de una casa llevando y trayendo niños es absolutamente agotador y aburrido.Y encima lo mas agotador es poner cara de felicidad cuando uno esta desesperado porque no puede cambiar su vida.

Anónimo dijo...

no es lo que dice el texto, sino como lo dice. brillante. creo que el mejor de todos.