viernes, 27 de febrero de 2009

intercambios epistolares

Adoro lo mails. Los mails que son como cartas, escritas con sentimiento, largos, que hablan de lo que uno piensa. Desde que soy adolescente que pienso que me equivoqué de época, me hubiera gustado nacer en otro momento del mundo, es una reflexión que no lleva a nada, simplista e infantil (de cuando leía Rojo y Negro, a los catorce) pero vuelve de vez en cuando (no tanto dado que tengo esta adicción a la computadora que me hace dudar de cómo llenaba el tiempo en otras épocas no tan lejanas).

Tengo el día libre. Los chicos se van a la Feria de Chapultepec con Diego. El bebé me está matando a patadas. Duermo mal. Me duele el cuerpo por la gripe, pienso demasiado en cosas que no valen la pena, me enojo con mi marido porque no hace las cosas como yo considero que debería (así como a veces me siento una basurita, muchas otras estoy convencida de que nadie es tan eficiente como yo. Es un sube y baja que me acompaña desde pequeña y que no he podido equilibrar a pesar de las miles de horas de análisis). Toda energía malgastada.

La conciencia sobre el tiempo presente. Saber que son los años de plenitud, no sufrir por lo que no vale la pena. Qué difícil. Igual hay que esforzarse.

Por lo demás, tengo que leer, aprovechar el día, descansar, pensar qué vamos a hacer el finde. No tenemos planes. Quisiera llevar a los chicos al teatro o a ver la muestra de David La Chapelle. Un cacho de cultura no nos vendría mal.

Hay mucho sol afuera. El cielo no tiene la intensidad que tiene en Buenos Aires pero es un celeste bastante digno. El cielo del sur no se compara con nada.

En fin. Así de pavas las cosas.

1 comentario:

Ana dijo...

te entiendo...amo las cartas de puño y letra.
Pero nadie se prende.

Tengo rojo y negro en la biblioteca para leer dentro de poco, es recomendable??