miércoles, 18 de febrero de 2009

estoy segura de que si tuviera algo para contar, lo haría

Ejem. Qué embole. Igual, tampoco me siento lo suficientemente bien como para que me pasen cosas emocionantes. Vino, finalmente, el carpintero. Me falta encontrar al fundero, llamar a los limpialfombras, pedir la carta de Tita, hacerme la credencial del IFE, llamar al pediatra por lo de los reintegros, pintar el mueble de la cocina (primero remover), resolver lo de la feria de Chapultepec, comprar un regalo, buscar el huevo. Pero ahí voy. Podría ser peor.

Ayer fuimos con madre al Palacio de Hierro, compramos el regalo que debía, paseamos un poquito (detesto las tiendas de esas dimensiones, todo parece perderse) y comimos una baguette enorme cada una. Después, buscamos a los niños y nos fuimos al club. El clima, rarísimo. Entre pesado y lluvioso y caluroso y nublado. No es lo típico de esta ciudad. No tengo contracciones. Eso está bien. Volvimos, nos tiramos con los chicos a mirar un rato de tele (llegan agotados después del after school y el tenis y ballet, respectivamente). Baño, cena y cuento. Doble cuento. Los libros para niños del FCE son todo. Cosita Linda se llama uno (creo que fue regalo de Lau), son lo máximo. Simón se queda leyendo sólo mucho más. Ahora lee perfecto en inglés, llamativo. Entonces ¿el pre first vale la pena? No lo sé. Nosotras miramos Una mente brillante by TNT. Yo nunca la había visto. A las diez y veinte nos vamos a la cama, rompemos records. Duermo como si estuviera despierta. Sueño con Fer, con Mela (su hermana) y con sus padres. Ellas vienen de visita a casa y no me alcanza la comida (sí, estoy por cambiarme para ir al super, padezco de un leve, levísimo desabastecimiento). Me despierto sola, a las siete. Como todos los días. En esta casa no se usa el despertador.

Nadie me pide una nota. Nadie me escribe. Difícil activar tema laboral. Me encantaría que fluyera. Me cuesta, me costó siempre. Me angustia un poco. Una angustia basal que está ahí, solapada, como la crisis mundial. Me fui a dormir triste. Pensando en la psicosis. Y en lo que uno le hace a los hijos. Puede ser tan cruel a veces. Sin quererlo. O sin controlarlo. No lo sé.

En fin. Así las cosas.

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