domingo, 26 de junio de 2011

algunas apreciaciones sueltas

Cuando me vuleva a quejar del suburbio, díganme que estoy loca. Ayer fuimos al cumpleaños en la LOMA DEL ORTO. Mi casa es, simplemente, residencial. Es como si fuera Vicente Lopez pero sin comercios.

Por otro lado, volver de noche escuchando música que me copa (ayer, por ejemplo, me subo al coche y en la radio suena New order) es la felicidad (sí, se contrapone a la esencia de mi vida, lo sé).  Comimos ravioles que saltó marido con hongos y hierbas, fuimos al MAM a ver la exposición de piñatas (ilustradores grossos elegieron qué hacer y un piñetero las volvió realidad), el edificio es muy alucinante y de nuestros hiper preferidos. Pasamos a comprar cosas ricas por un lugar nuevo y ahora marido le enseña a Coco a jugar al ajedrez con Feli y yo convenzo a Juana y a Tita de que suban a jugar. Tengo cosas por leer, mails por contestar y libro a mi lado. Tomo coki y pienso que la vida es bastante pasable. Hubiera querido ver el descenso en la casa de padres, la verdad, me gusta el dominguismo amalgamado, el malhumor conjunto y esas mierdas familiares porque para eso existe. La distancia y su crueldad pero por ahora, es lo que hay y los diarios me desalentaron.

(yo aprendí a jugar de muy chica y al igual que con el tejido, nunca evolucioné).

Así las cosas.

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