miércoles, 1 de junio de 2011

como sedada

Desde ayer, antes de subirme al avión, sentí esta suerte de sedación natural, como si me hubiera tomado unas pastas. De hecho, empecé a quedarme dormida sentada y esperé a que hubieran subido casi todos para adentrarme en la manga. No tengo ni idea cuándo había sido la última vez que viajé en un avión tan enorme. Es probable que a la ida pero que no me haya dado cuenta (aunque la cola para entrar no tuvo nada que ver con esta, además, tener el asiento 14 A es muy distinto a tener el 48 J). Me senté y me dormí sin sacar ni libro ni ipod. Desperté para cenar (no quería tener hambre más tarde) y me volví a dormir de inmediato, fui al baño y otra vez no enterarme de nada hasta que trajero el desayuno. Ahora para mí son las 5.47pm y acá son las 10.47am. Llegué ultra fresca de tanto descanso. Marido me esperaba serio y dolorido (la ciática, oops) en la puerta. Todo fluyó, cuando salí de migraciones mi valija ya estaba abajo de la cinta. Nos agarró un poco de tráfico que sólo me hizo pensar en cuán temprano empieza el día en México. Creo que derramé alguna lagrimita en el coche por algún intercambio no en el mejor tono y alguna otra mini en el desayuno. Marido está distante pero cuando se iba y me acerqué al coche a besuquearlo (bueh, todo lo que puedo besuquear yo a alguien que no es mucho) le pregunté si estaba medio pachucho y me dijo algo así como que está muy acostumbrado a que esté. Creo que lo mismo les pasó a todos (anque Luzma que mientras me anotaba la lista, dejó muy en claro que yo soy la ley en esta casa y que cuando marido decía las cosas no hacían caso y que los estuvo consintiendo). Y mientras entraba al super pensé que debería ponerme contenta de que a mi familia no le pase desapercibida mi ausencia aunque, a la vez, tiene algo de peso sobre los hombros. Supongo que esa es la definición de familia.
Por lo demás: no sé. No puedo ni quiero pensar. Ni sentir. Nada. Quiero transcurrir, ahora bañarme, ponerme a resolver unos pendientes, hacerme un buen café, trabajar y por ahí descansar un rato. En el coche puse uno de los discos que me regaló Fer y me gustó mucho. Soy tan fácil para casi todo que asusta. Tan que uno pensaría lo contrario. Pensé en cuán contenta se pondría Flora acá comprando frutas y verduras. Todos los miércoles me zarpo pero al final se lo terminan comiendo. Marido estuvo cocinando mucho y rico y espero que siga en esa tesitura. Yo sigo comprando productos ricos y no procesados en la medida de lo posible y pienso en hacer algún pastel o alguna galleta para la tarde porque se supone que viene Xime.

Bueno, chicos. Volví y no tengo ganas de hablar demasiado. No tengo conclusiones sobre el viaje, es mentira que las cosas sirven, las circunstancias sólo son. Eso sí: siento cierta paz, cierto desapego en un buen sentido que veremos cuánto dura.

Así las cosas.
Regresadas.

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