sábado, 17 de julio de 2010

ando liviana como la espuma de las orillas...

Claramente necesito salir y socializar. Soy yo. Soy otra. Soy contenta. No pienso en pavadas. Cope.
Estoy sola con los 3 desde la mañana, incomunicada sin tel en casa y sin celu. Marido bate cualquiera y no se ocupa de buscarme solution. Yo no me la puedo creer. Suena Muse, puso Roberta. Estoy en el living, tirada, los chicos en la sala de tele. Se va terminando un buen día. Bailé un rato de zumba pensando en lo terriblemente aparato que soy. Casi casi me doy ternura. Tomé un vaso de agua con Willy y Jorge hablando de pavadas, busqué a Milo mientras los chicos se quedaban semi solos en el club, se cambiaron, buscamos a Domi y comimos los cinco en El 10 de la Roma. Estuvo rico y agradable, paseamos por ahí. Tomamos helado. Estuvimos en su casa un rato. Y ahora el mundo tiene una pátina más brillosa a pesar de la lluvia que cayó fuerte y con sol. En un rato acostaré al bebé y si no fuera que me da mucha acidez me tomaría una buena copa de vino leyendo Indignación de Roth.
¿Tienen ganas de recomendar lecturas? Se aceptan.
Y no mucho más. Mañana marido también trabaja. Veré qué invento. Algo siempre sale. Algún museo. Pic nic, club. Mientras, respiro paz y sosiego por primera vez en semanas. Ay, el psicoanálisis y la amistad, son todos. Definitivamente no tengo que perder mis espacios de sociabilización. Me constituyen.
Bueno, chicos.
Así las cosas.
Trancas.

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