jueves, 22 de julio de 2010

es tarde, es tarde...

Son casi las dos de la tarde y me duele todo. También me cruje la panza de hambre. Nos acostamos tardísimo después del mejor show de marido en toda su carrera. GROSO. En serio. Me sorprende. Pienso que empezamos los dos, con Ferver y Ricky y una cámara prestada y veo lo que hace ahora y fa, man, increíble. Orgullo conyugal. Está bien. Correrse y alegrarse por lo que hace el otro, por su brillo es lo que me sale naturalmente. Pienso que es amor. Porque competir con tu pareja es una mierda. Me dio mucha felicidad que se durmiera encima mío, con la pata cruzada. Lo extrañé al pipu. Bien ahí. Vengo de la Romam de una junta productiva y entusiasmante. Marido me llamó para decirme de correr la fecha y dije que sí. Nos vamos el miércoles. Está bueno. Hoy no tengo ni fuerzas de hacer las valijas. Copado. Si no hay sol, al menos no lloveré. Parece. Aunque nunca se sabe. A la noche creo que tenemos cena. Me permite hacerme una siesta y recuperar energías. El poco sueño me liquida. Milo le da a una de los tambores de las batería desarmada que Diego le compró a Coco ni bien llegamos. Lo único preocupante es la falta de víveres, no fui al super por las hollidays y el refri está desierto. Iré a la tarde en un esfuerzo enorme de producción.
Bueno chicos, estoy muy muy quemada.
Así las cosas.
Increíblemente más tranquilas, felices, centradas y normales.

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