miércoles, 14 de julio de 2010

una pila de vida

Necesito. Duermo mal. Sueño de papel de seda que se rompe con una leve brisa, un ruido. Liviandad que no descansa. Más un bebé cuyo llanto se introduce en una sala llena de gente, esperamos al guía (creo que espiritual), cuando llega, me encuentra mirando mi iphone y de la nada me dice: A ver, Julieta. Se supone que no nos conocíamos. El llanto, en el sueño, era de un creativo publicitario angustiado (hasta que me levanté, le cambié el pañal a Milo que estaba empapado y me lo traje a la cama).

Suelo llamar la atención, para bien o para mal. Rara vez paso desapercibida (seguramente es más el saldo negativo que el positivo pero no estoy en mood revisionista). Ahora, ¿qué lugar no querés ocupar nunca? El de ser una más, por ejemplo. Eso sí que es vintage. Y no me cabe ni un poco. Sabelo.

Tengo que hacer cosas. Ahora mismo marido me insta a levantarme de la cama y desayunar con él. Yo, bueno, hace unos meses que dejé de desayunar. Y bajar me da una fiaca atroz. Pero el amor es así, lo sé. Con un buzo y unas pantuflas, encararé el largo día que me espera. Me gusta estar ocupada y a la vez, leve angustia (ir a lugares lejanos y desconocidos me altera un poco, soy limitada).

Bueh, time to go downstairs. Y desayunar aunque no tenga ganas. Gajes del oficio. Ah, y amanecí con el mail más copado e inesperado proveniento del otro lado del océano. Espero detalles pero me emociono ya con tres líneas de adelanto. ¿Será posible? Ojalá que sí.

En fin, chicos.
Así las cosas.
Tempranas.

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